Lluvias extremas exigen una nueva estrategia nacional

Las Crisis Climáticas como Catalizador de una Revolución en la Gestión de Riesgos

Foto: El Universal.

¿Y si en lugar de solo reaccionar ante las emergencias, transformáramos radicalmente nuestra relación con el clima? La presidenta Claudia Sheinbaum Pardo lideró este viernes 10 de octubre una sesión de coordinación que podría marcar el inicio de un nuevo paradigma en la gestión de desastres naturales.

Más que una simple reunión virtual con los mandatarios estatales de Veracruz, Puebla, Hidalgo, San Luis Potosí, Querétaro y Guerrero, este encuentro representa un experimento en gobernanza distribuida. Imagine un sistema donde la capacidad de respuesta no dependa de una central de mando, sino que emerja de forma orgánica desde múltiples nodos interconectados.

La presencia simultánea de los titulares de las Secretarías de Defensa, Marina, Comunicaciones y Transportes, Gobernación y Bienestar sugiere una aproximación holística. Pero ¿por qué detenernos ahí? Pensemos en incorporar tecnólogos, científicos de datos, diseñadores de sistemas resilientes y hasta artistas que puedan visualizar soluciones que escapan al pensamiento convencional.

Organismos como la Comisión Nacional del Agua (Conagua), la Comisión Federal de Electricidad (CFE) y Protección Civil operan bajo protocolos establecidos. Sin embargo, las crisis actuales exigen una reinvención operativa: ¿qué pasaría si transformáramos estas instituciones en plataformas abiertas que permitieran la co-creación ciudadana de soluciones?

Cuando Sheinbaum afirma: “Trabajamos para apoyar a la población, abrir caminos y restablecer el servicio eléctrico”, podemos interpretarlo como el primer paso hacia una infraestructura nacional antifrágil. En lugar de sistemas que se colapsan ante el estrés climático, necesitamos redes que se fortalezcan con cada desafío.

La intervención de la gobernadora de Veracruz, Rocío Nahle, sobre la apertura de albergues y el despliegue de lanchas revela un patrón recurrente: seguimos abordando los síntomas en lugar de rediseñar el sistema. La verdadera innovación estaría en crear comunidades hidro-resilientes que no necesiten evacuación, donde la arquitectura y el urbanismo conviertan el agua en recurso en lugar de amenaza.

Esta emergencia por precipitaciones extremas no es un evento aislado, sino el nuevo normal climático. La pregunta disruptiva es: ¿cómo transformamos la gestión reactiva de desastres en una cultura proactiva de adaptación e innovación territorial? Las soluciones no están en hacer más de lo mismo, sino en reimaginar completamente nuestro contrato con la naturaleza.

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