Lluvias intensas afectan a 31 estados con dos fallecidos

Lecciones desde el corazón de la emergencia

Tras décadas trabajando en la gestión de riesgos, he aprendido que los reportes numéricos, como el de 31 entidades federativas con lluvias, solo cuentan una parte de la historia. La verdadera dimensión de una emergencia se mide en las comunidades, en las 312 viviendas cuantificadas en Veracruz y en las miles más que, como en Álamo Temapache, enfrentan la furia del agua.

Mapa de afectaciones por las intensas precipitaciones en el país.

La cruda realidad de estos fenómenos hidrometeorológicos se confirma con la triste noticia de dos vidas perdidas: una por un deslizamiento de ladera en Pinal de Amoles, Querétaro –un recordatorio sombrío de la inestabilidad del terreno– y un policía municipal en Papantla, Veracruz, que perdió la vida en labores de rescate. Esta última, una dolorosa lección sobre el heroísmo y el riesgo extremo al que se enfrentan nuestros equipos de primera respuesta.

Recuerdo una situación similar años atrás, donde la cifra más alta de precipitación, como los 151 mm registrados en Zihuatanejo, Guerrero, no era solo un dato, sino el preludio de inundaciones repentinas que probaron todos nuestros protocolos. Es en estos momentos cuando la teoría se encuentra con la práctica, y la coordinación se vuelve nuestra herramienta más valiosa.

La anticipación como única estrategia

El monitoreo constante de sistemas como la tormenta tropical “Raymond” es crucial. La experiencia me ha enseñado que la tranquilidad actual en Baja California Sur, donde se espera su impacto como depresión tropical, no debe relajarnos. La preparación, como la reunión convocada por la presidenta Sheinbaum con los mandatarios estatales, es lo que marca la diferencia entre una emergencia manejable y una catástrofe.

La activación de albergues temporales, mencionada por la coordinadora Laura Velázquez, es una medida que he visto salvar incontables vidas. No es solo ofrecer un techo; es proveer un refugio seguro, un espacio de dignidad en medio del caos. La concentración de afectaciones en la región de la Huasteca –abarcando Veracruz, Puebla, San Luis Potosí, Querétaro e Hidalgo– nos señala claramente las zonas geográficas más vulnerables, aquellas donde debemos redoblar esfuerzos en prevención y resiliencia comunitaria.

En este oficio, aprendí que detrás de cada número hay una familia, una historia. Nuestro trabajo no termina cuando cesa la lluvia; comienza la verdadera reconstrucción, cimentada en el conocimiento práctico de lo que funciona sobre el terreno, lejos de los escritorios y muy cerca de la gente.

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