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Los Cabos tiembla otra vez mientras las autoridades juran que no pasa nada

La tierra no deja de moverse en Baja California Sur, pero las autoridades aseguran que todo está bajo control… por ahora.

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LA PAZ, BCS.- En un acto de rebeldía geológica que ya parece rutina, la tierra decidió sacudirse nuevamente esta mañana al este de Los Cabos, como si quisiera recordarnos que, aunque construyamos resorts de lujo, el planeta sigue teniendo sus propios planes. Un modesto temblor de 4.1 grados, suficiente para asustar a un turista pero no para dañar los margaritas de los bares locales, fue registrado por el Servicio Sismológico Nacional (SSN), esa institución que trabaja más que un funcionario en año electoral.

El epicentro, como es tradición en estos casos, ocurrió en el mar, porque al parecer hasta los sismos prefieren vacacionar en el Golfo de California. A 111 kilómetros de San José del Cabo y a una profundidad de 10 kilómetros, el movimiento telúrico fue tan discreto que ni siquiera despertó a los tiburones. Eso sí, no fue el único: una hora antes, otro temblor de 2.5 grados (apenas un “buenos días” geológico) había saludado a la región, como si la corteza terrestre estuviera calentando motores para algo más grande.

Las autoridades, expertas en tranquilizar a la población con frases como “no hay daños” y “es normal”, insistieron en que esta actividad sísmica constante es tan común como los aumentos de impuestos. Desde hace meses, la región tiembla más que un político en debate, pero, según los informes oficiales, todo está bajo control… hasta que no lo esté. El SSN, en un arranque de transparencia, incluso compartió datos históricos: desde 1905, la zona ha registrado 62 sismos de más de 5.0 grados, lo que demuestra que la naturaleza es más constante que las promesas de campaña.

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Francisco Cota Márquez, titular de Protección Civil municipal, explicó con la serenidad de un hombre que sabe que su presupuesto es insuficiente: “Muchos de estos sismos ocurren en el mar, así que no los sentimos… a menos que estemos en tierra, donde sí se pueden percibir”. Una afirmación tan reveladora como decir que el agua moja. Eso sí, pidió a la población mantenerse alerta y participar en los simulacros, esos ejercicios en los que todos corremos como si fuera real, pero con la tranquilidad de saber que, al final, no pasa nada. Por ahora.

Mientras tanto, los cabeños siguen con su vida, entre margaritas, turistas y pequeños recordatorios de que, en cualquier momento, la tierra podría decidir que ya es hora de un cambio… más drástico.

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