Los superhéroes anónimos de Nuevo León y sus juguetes de guerra

En un giro digno de Hollywood, el Gobierno estatal ha decidido que la solución a los problemas terrenales es, claramente, más aire. Así nace la “Fuerza de Reacción Aeromóvil“, un escuadrón de élite tan misterioso que ni siquiera sus madres saben qué hacen. Equipados con helicópteros Black Hawk (porque nada dice “seguridad ciudadana” como una aeronave diseñada para guerras), estos encapuchados del siglo XXI practican descensos en soga como si el crimen organizado fuera una piñata colgante.

El entrenamiento, según fuentes oficiales, consiste en tres semanas de curso intensivo donde aprenden a no saludar a la prensa, mantener el anonimato (clave para la transparencia) y dominar el arte del sobrevuelo de reconocimiento, también conocido como “dar vueltas en el cielo hasta que alguien abajo se canse”. Los 10 helicópteros de la corporación, rebautizados cariñosamente como “pájaros de la justicia”, patrullan municipios clave porque, según la lógica gubernamental, si el crimen no los ve desde arriba, simplemente no existe.

Lo más intrigante es la estrategia de comunicación: una ficha informativa que explica menos que un meme. ¿Número de efectivos? Secreto. ¿Identidades? Cubiertas. ¿Presupuesto? Mejor no preguntar. Mientras tanto, los ciudadanos pueden dormir tranquilos sabiendo que, si algún día son rescatados por un comando que baja de un helicóptero con pasamontañas, es el Estado protegiéndolos… o quizá filmando una secuela de Misión Imposible.