Las autoridades mexicanas han flexibilizado la entrada de automóviles ensamblados en Norteamérica, pero con un riguroso protocolo de verificación. Solo los modelos no disponibles en el mercado local pueden optar a este proceso, siempre que superen los controles del Registro Público Vehicular.
La realidad es cruda: deportivos, limusinas y vehículos blindados quedan automáticamente fuera de este sistema. La SHCP y la Aduana Nacional acaban de publicar la lista actualizada de estos llamados “autos chocolate”, denominación que surge del argot popular para referirse a lo irregular.
El fenómeno de los autos chocolate refleja una problemática mayor: el contrabando vehicular que evade impuestos y regulaciones. Estos vehículos carecen de documentación válida y no cumplen con los estándares ambientales y de seguridad que exige la ley mexicana.
Para regularizar un auto importado, existen requisitos estrictos: máximo modelo 2016, historial limpio de robos, condiciones mecánicas óptimas y aprobación de emisiones. Solo 16 estados permiten este trámite, concentrados principalmente en el norte del país.
La lista negra incluye marcas icónicas como Ferrari, Lamborghini y Rolls-Royce, junto con modelos deportivos de Audi, Porsche y Mercedes-Benz. Las autoridades tienen instrucciones precisas: decomisar inmediatamente cualquier unidad de estas marcas que intente ingresar al territorio nacional.
Esta política busca combatir el mercado negro de autos, proteger el medio ambiente y garantizar la seguridad vial. Sin embargo, también refleja los desafíos de un mercado automotriz globalizado frente a regulaciones locales estrictas.