México exige respuestas por muertes en custodia de ICE

Una Crisis que Exige Acción y Memoria

En mi larga trayectoria observando la compleja relación migratoria entre México y Estados Unidos, las cifras nunca dejan de conmover, pero es la pérdida de vidas humanas la que marca un antes y un después. Que diez connacionales hayan fallecido bajo custodia del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) desde enero no es solo una estadística; es una herida profunda que nos recuerda la vulnerabilidad extrema de nuestra gente. He visto cómo una noticia así puede paralizar a una comunidad entera, sembrando un miedo que trasciende fronteras.

La Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE), a través de su subsecretario para América del Norte, Roberto Velasco, ha expresado con toda razón una indignación que comparto. La experiencia me ha enseñado que detrás de cada número hay una familia destrozada, como la del connacional que murió esta madrugada, según el reporte del consulado en San Bernardino, California. La solidaridad debe ser nuestro primer impulso, pero debe ir seguida de una búsqueda incansable de la verdad.

La Respuesta Diplomática: Más Allá de las Palabras

El canciller Juan Ramón de la Fuente detalló una movilización consular sin precedentes: más de 116 mil personas repatriadas y cerca de 93 mil que recibieron asistencia o protección consular. Estas no son cifras abstractas. He estado en esos pasillos y sé que cada una de las 8,099 visitas a centros de detención migratoria representa un rostro, una historia, un intento por restaurar un poco de dignidad en medio de la incertidumbre. Las 15,966 asesorías legales externas son un salvavidas crucial, porque sin representación jurídica, un migrante está indefenso.

La entrega de 13 notas diplomáticas a las autoridades de Estados Unidos es un indicativo claro de una labor diplomática intensa. No se trata de un simple intercambio de cartas; es la canalización formal del desacuerdo y la exigencia de un esclarecimiento. En este oficio, he aprendido que la persistencia en la vía diplomática es fundamental, aunque los frutos a veces tarden en llegar.

La Realidad en el Terreno: Redadas y Circunstancias Trágicas

El reporte de 169 redadas de ICE y la detención de 2,382 personas mexicanas pinta un panorama de una presión constante. La aclaración de Velasco es crucial y refleja una lección de rigor que he tenido que aplicar innumerables veces: no se puede atribuir cada muerte directamente a una acción de ICE, pero existe una potencial responsabilidad por el hecho de que los individuos estaban bajo su custodia y cuidado.

Casos como el tiroteo en Dallas, donde un agresor externo disparó, o la presunta decisión de algunas personas de quitarse la vida, ilustran la complejidad de estos dramas. Cada circunstancia es única y exige una investigación minuciosa e imparcial. La exigencia de México de que se esclarezcan los hechos no es una postura política; es un imperativo moral y legal.

El Andamiaje de la Defensa: Asistencia Legal y Recursos

Es alentador saber que cinco de estos trágicos casos cuentan con el respaldo del Programa de Asistencia Jurídica a Personas Mexicanas en los Estados Unidos de América (PALE). Este programa es un bastión de esperanza. Los otros cinco casos, con abogados privados, reflejan otro aspecto de la realidad: la diversidad de situaciones y recursos de las familias. La directora Vanessa Calva Ruiz destacó algo que he visto crecer con los años: una estrategia proactiva de más de 19 mil acciones para informar a la comunidad sobre sus derechos. El Centro de Información y Asistencia a Personas Mexicanas (CIAM), con sus más de 173,500 llamadas, se ha convertido en un primer puerto de auxilio indispensable.

Un Fondo de Esperanza: La Lotería por los Migrantes

La iniciativa del sorteo “México se escribe con M de Migrante” de la Lotería Nacional es un ejemplo de la creatividad que a veces se necesita para financiar la ayuda. Los recursos, una vez transferidos desde Hacienda, serán un soplo de aire fresco para financiar la representación legal, las fianzas para que las personas no estén detenidas durante su proceso, y los programas preventivos. Son herramientas concretas que, desde mi experiencia, marcan la diferencia entre la desesperación y una oportunidad de luchar por la justicia.

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