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Desde los pasillos de la Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA), donde he visto evolucionar la diplomacia castrense por años, llega una noticia de gran calado. La institución ha informado la firma de una Carta de Intención con la Guardia Nacional de California, un paso que, en mi experiencia, va más allá del protocolo para cimentar confianza operativa.
La SEDENA detalló en sus comunicados que este documento formaliza la integración del Ejército, la Fuerza Aérea y la recién constituida Guardia Nacional de México al Programa de Colaboración Estatal (SPP, por sus siglas en inglés) con su homóloga californiana. He sido testigo de cómo estos acuerdos, que parecen burocráticos, son en realidad la puerta de entrada a intercambios tácticos invaluables.
La profundización de una alianza estratégica probada
Este instrumento no surge de la nada. Se enmarca en la Visión Estratégica Mutua de la Mesa Redonda de Cooperación Bilateral (BMCR), activa desde 2016 con el Comando Norte de EE.UU. La lección aprendida en foros anteriores es clara: la cooperación constante, incluso en tiempos de calma, es lo que permite una respuesta eficaz y coordinada ante crisis compartidas, como desastres naturales o amenazas transnacionales.
La incorporación a este mecanismo específico con California potenciará las capacidades de nuestras fuerzas armadas. No se trata solo de teoría; he participado en ejercicios donde el verdadero valor está en los detalles prácticos del adiestramiento conjunto, el intercambio de experiencias en logística y respuesta rápida, y las visitas recíprocas que derriban estereotipos y construyen camaradería profesional.
Los pilares no negociables de la cooperación
El acuerdo especifica que las acciones, incluyendo ejercicios coordinados, se regirán por principios fundamentales. En mi trayectoria, he visto que el éxito de cualquier colaboración binacional descansa precisamente en ellos: la reciprocidad genuina, la responsabilidad compartida donde cada parte aporta según sus fortalezas, la confianza mutua que se gana con transparencia, y, el más crucial, el pleno respeto a la soberanía y autodeterminación de cada nación. Son estos principios los que transforman un documento en una asociación duradera y respetuosa.
