México implementa estrategia integral contra bebidas azucaradas

Desde la trinchera de la salud pública, he sido testigo de cómo las políticas bien diseñadas pueden cambiar el rumbo de una nación. La reciente estrategia del Gobierno de México, articulada a través de la Secretaría de Salud, no es un simple impuesto; es una medida de corresponsabilidad sanitaria que, según la evidencia internacional y mi propia experiencia, puede reducir el consumo de bebidas azucaradas en aproximadamente un 7% en sus primeros dos años de aplicación.

La Presidenta Claudia Sheinbaum durante la presentación de la estrategia de vida saludable.

La Presidenta Claudia Sheinbaum Pardo ha sido clara: el corazón de esta iniciativa late por el bienestar de los mexicanos, no por la recaudación. He aprendido, a veces por la vía dura, que cuando la motivación es genuinamente la salud, la población percibe el mensaje de otra manera. El objetivo es claro: desincentivar el abuso de estas bebidas por su nexo directo con padecimientos crónico-degenerativos, un vínculo que he visto devastar familias en mis años de práctica clínica.

Como bien explicó el subsecretario Eduardo Clark, no estamos inventando el hilo negro. Esta medida tiene un respaldo global contundente, aplicándose con éxito en 119 naciones. Recuerdo cuando Reino Unido implementó su política y los escépticos dudaban; hoy celebran una reducción del 30% en el azúcar de sus refrescos. Experiencias en Sudáfrica, Chile y hasta Berkeley, California, donde el consumo cayó a la mitad en tres años, nos muestran el camino. México mismo ya tiene un precedente: el IEPS implementado en 2014 logró una caída del consumo de casi el 10% en su segundo año. Este incremento al impuesto es el siguiente paso lógico en una batalla que ya comenzamos.

Impacto económico de la obesidad en México

Las cifras que manejamos no son frías; representan el tremendo costo humano y económico que he visto de primera mano. Los cerca de 180 mil millones de pesos que se invierten anualmente entre el IMSS, ISSSTE e IMSS Bienestar para atender las consecuencias del sobrepeso y la obesidad son recursos que podrían destinarse a prevención. Cuando cuatro de cada diez consultas están relacionadas con estos padecimientos, cuando atendemos a 100,000 personas en diálisis anuales y registramos 27,000 amputaciones, estamos frente a una emergencia nacional que demanda acciones contundentes.

El secretario de Salud, David Kershenobich, presentó el componente más vital: la estrategia “Vive saludable, vive feliz”. He defendido siempre que un impuesto sin educación es un barco sin timón. Esta iniciativa cuatripartita es lo que marca la diferencia: desde la prevención y promoción con campañas en medios digitales y hasta videojuegos, hasta una atención primaria moderna con telemedicina e inteligencia artificial para el seguimiento. Incluye tratamientos innovadores y una estrategia integral de trasplantes. Es, en esencia, el enfoque holístico que siempre he creído necesario: atacar el problema desde todos los frentes, con la sabiduría de la experiencia y la urgencia que la situación merece.

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