México importa cerdos y exporta su soberanía alimentaria

En un giro irónico digno de Rebelion en la Granja, México ha decidido que es más patriótico comprar cerdos estadounidenses que criar los propios. Entre enero y abril de 2025, las importaciones de porcinos vivos aumentaron un 49.7%, no por falta de tierras, sino porque nuestros chanchos nacionales prefirieron morir de diarrea epidémica o síndromes respiratorios antes que seguir en un país donde hasta los animales huyen de la incompetencia burocrática.

El GCMA, ese oráculo moderno de las desgracias agropecuarias, reveló que gastamos 7.5 millones de dólares en 22,038 cabezas porcinas (nada mal para un país que presume de autosuficiencia). Eso sí, el precio subió un 30.4%, porque en el capitalismo hasta los cerdos saben que la desesperación se cotiza en bolsa.

Mientras, la producción local cayó un 11.6%, los precios se dispararon (+22.9% en pie, +15.2% en canal), y el kilo de cerdo vivo alcanzó los 44.7 pesos, casi el salario mínimo por hora. Juan Carlos Anaya, director del GCMA, advirtió sobre la dependencia importadora, pero en México ya sabemos: si no es el narco, es el T-MEC lo que nos tiene de rodillas.

Lo más hilarante: el 80.1% de los cerdos vienen de EE.UU., el mismo país al que nuestros políticos insultan por las mañanas y del que mendigan por las tardes. Y por si faltaba drama, solo produciremos el 48% de lo que consumimos. ¿Alguien dijo seguridad alimentaria? Aquí la única seguridad es que los tacos al pastor pronto serán un lujo.

Para rematar, el Consejo Mexicano de la Carne anunció que en 2024 devoramos 2.7 millones de toneladas de cerdo, un 4.6% más que el año anterior. Somos el séptimo consumidor mundial, pero en productividad estamos a la altura de una granja de Minecraft. Eso sí, no todo es malo: al menos los cerdos gringos ya saben que en México, hasta las epidemias son negocio.