En una jornada histórica para la ingeniería nacional, México celebra la certificación de la aeronave Halcón 2.1, fabricada por Horizontec. Este hito, otorgado por la Agencia Federal de Aviación Civil (AFAC), marca el renacimiento de la fabricación aeronáutica en el país después de más de cinco décadas de ausencia.
Desde mi experiencia en el sector, sé que recuperar una capacidad industrial perdida es una hazaña titánica. No se trata solo de ensamblar piezas, sino de reconstruir un ecosistema de proveedores, talento y conocimiento. Que la AFAC haya certificado este proyecto habla volumes sobre su solidez técnica y el rigor con el que se ha desarrollado.
El director general de la AFAC, Miguel Enrique Vallín Osuna, calificó este logro como la materialización de un sueño aeronáutico postergado. Es cierto. Recuerdo los viejos hangares silenciosos y las promesas incumplidas. Hoy, Horizontec demuestra que el talento mexicano puede diseñar, desarrollar y fabricar aeronaves de clase mundial. El Halcón 2.1 no es un prototipo; es una realidad operativa, una aeronave ligera deportiva cien por ciento mexicana.
Sus especificaciones técnicas son notables y prácticas. Es una unidad biplaza, ideal para la formación de nuevos pilotos, una necesidad constante en América Latina. Impulsada por un motor Rotax de cuatro cilindros, puede operar a una altitud de 18 mil pies y, crucialmente, funciona con gasolina premium. Este último punto es una lección de diseño consciente: al evitar la turbosina, se reducen drásticamente los costos de operación, haciendo la aviación más accesible para escuelas y clubes privados.
Marcelo Ebrard Casaubon, Secretario de Economía, presentó el certificado 001, un símbolo de un nuevo origen. Su comentario sobre la democratización de los diseños aeronáuticos es acertado. La industria global ha estado dominada por gigantes, pero la innovación ahora también llega de actores ágiles que priorizan la eficiencia y la simplicidad. El hecho de que su costo sea tres veces menor que un Cessna usado y su operación sea cuatro veces más económica no es un dato menor; es un argumento comercial contundente.
Con una autonomía superior a los mil cien kilómetros, el Halcón 2.1 está diseñado para misiones de vigilancia aérea, instrucción y esparcimiento. La empresa, con base en Celaya, Guanajuato, ya tiene una línea de producción activa y 18 pedidos confirmados. Esto no es una feria de vanidades; es el inicio de una empresa viable con proyección de exportación, especialmente hacia el mercado estadounidense.
El fundador de Horizontec, Giovanni Angelucci, y su equipo han construido no solo un avión, sino una plataforma de ingeniería. Ellos encarnan la perseverancia necesaria para este sector: once años de trabajo silencioso, superando escepticismos y obstáculos técnicos. Su éxito sienta un precedente invaluable y, estoy seguro, inspirará a una nueva generación de ingenieros y emprendedores a mirar hacia el cielo y creer en lo posible.