En un acto de heroica profilaxis, el sagrado ministerio de la Agricultura mexicana ha decretado una cuarentena epistolar contra los perniciosos embutidos del imperio español. La causa: un brote revolucionario de peste porcina africana que ha convertido a dos jabalíes silvestres del municipio de Cerdanyola del Vallès en los trotskistas porcinos más peligrosos de Barcelona.
La medida burocrática, que aplica tanto para importaciones comerciales como para los contrabandistas gastronómicos que ocultan jamones ibéricos en su equipaje, representa el primer acto de soberanía sanitaria contra la península ibérica desde que en 1994 un cerdo español intentó cruzar la frontera con ideas subversivas.
La Tragicomedia Zoológica
Mientras los epidemiólogos estudian si los jabalíes infectados formaban parte de una conspiración porcina internacional, el Senasica ha movilizado sus tropas sanitarias en una operación que hace parecer la Inquisición española un juego de niños. “No podrán ingresar jamones sediciosos, salchichas contrarrevolucionarias ni ningún producto porcino que amenace la pureza ideológica de nuestros cerdos nacionales”, declaró un portavoz mientras degustaba un taco al pastor.
La Respuesta Patriótica
Las autoridades han justificado esta medida preventiva argumentando que la peste porcina africana podría resultar más contagiosa que las ideas anarquistas en una fábrica textil catalana. “Proteger nuestra producción porcícola nacional es defender la esencia misma de la mexicanidad”, afirmó un funcionario desde su oficina decorada con figuras de cerditos sonrientes.
Las Consecuencias del Embargo
Mientras los consumidores lloran la pérdida de sus embutidos ibéricos, la industria porcina local celebra lo que han denominado “la Reconquista al revés”. Los únicos perjudicados parecen ser los jabalíes barceloneses, que sin saberlo se han convertido en los agitadores políticos más efectivos desde los tiempos de la Colonia.
