México y Centroamérica avanzan en conexión ferroviaria del Tren Maya

Los tres países han aprendido de errores pasados: el trazado evitará áreas protegidas, siguiendo corredores ya intervenidos. Como sucedió con el ferrocarril Panamá-Colón, donde la planificación previa redujo impactos ambientales, aquí se prioriza la conectividad sin comprometer ecosistemas.

La presidenta Sheinbaum y el presidente Arévalo enfatizaron algo clave: no se trata de imponer infraestructura, sino de sinergia. México aportará su experiencia operativa del Tren Maya —con 1.5 millones de usuarios— mientras Guatemala y Belice adaptan sus redes. Un modelo similar al exitoso Corredor Bioceánico de Sudamérica, donde cada nación contribuyó según sus capacidades.

El enfoque en transporte mixto (pasajeros y carga) es acertado. En mis años asesorando proyectos, he visto cómo trenes exclusivos de turismo fracasan por baja rentabilidad. La integración con el Corredor Interoceánico y la Línea K —claves para mercancías— garantizará flujo constante de recursos.

El segundo enlace por el Pacífico revela una lección aprendida: la redundancia en rutas evita cuellos de botella. Tecún Umán-Ciudad Hidalgo será alternativa vital cuando eventos climáticos afecten otras vías, como ocurrió en 2020 con los huracanes Eta e Iota.

Este proyecto, más allá de rieles, simboliza una visión compartida. Como me dijo un colega guatemalteco: “La infraestructura une mapas, pero la cooperación une pueblos”. Los detalles técnicos que se anunciarán en Calakmul definirán el ritmo, pero el compromiso político ya es un logro histórico.