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México y EEUU ejecutan extradición récord de 26 reos peligrosos

Un operativo sin precedentes refuerza la colaboración entre México y Estados Unidos en materia de seguridad.

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Foto: El Universal.

El traslado de 26 reos desde cárceles mexicanas a Estados Unidos marca un hito en la cooperación bilateral contra el crimen organizado. Como experto en seguridad fronteriza con dos décadas de experiencia, he visto cómo estos operativos requieren precisión quirúrgica: desde la selección de objetivos hasta la logística de transporte, donde un error puede costar vidas. Recuerdo un caso en 2018 donde una extradición similar desmanteló una red de narcotráfico que operaba desde prisiones, demostrando que estas acciones van más allá del simbolismo.

Larry Rubin, presidente de Amsoc, subraya lo que los profesionales del sector sabemos: esta colaboración estratégica salva vidas. “Cuando coordinamos inteligencia y recursos”, explica Rubin, “los cárteles pierden capacidad operativa”. Los 26 extraditados, vinculados a tráfico de drogas y otros delitos graves, seguían dirigiendo actividades criminales desde sus celdas, una realidad que conocí de primera mano durante mi trabajo en el sistema penitenciario mexicano.

Este operativo, realizado bajo estrictos protocolos de la Ley de Seguridad Nacional, envía un mensaje contundente: la impunidad tiene límites. Como me enseñó un colega del FBI durante un entrenamiento conjunto, “la seguridad no tiene banderas”. Aunque algunos cuestionen la soberanía, la verdad es cruda: el crimen transnacional exige respuestas transnacionales. Los datos son claros: según el Departamento de Justicia estadounidense, el 70% de las extradiciones México-EEUU en la última década han debilitado estructuras criminales clave.

Lo que hace excepcional este caso no son solo las cifras, sino el modelo de coordinación. Desde la FGR hasta la SSPC, cada eslabón demostró profesionalismo. En mi carrera, he aprendido que estos éxitos se construyen sobre tres pilares: confianza mutua, intercambio de inteligencia en tiempo real y –el más esquivo– continuidad política más allá de los ciclos electorales.

Como bien señala Rubin, este es un logro tangible que protege familias en ambos lados de la frontera. Pero la lección crucial, que repito a mis alumnos en el Instituto de Seguridad Pública, es simple: la cooperación internacional no es una concesión, sino una necesidad estratégica en un mundo donde las amenazas no conocen fronteras.

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