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México y EU sellan alianza ganadera entre gusanos y protocolos

La gobernadora de Chihuahua redefine la relación con EU, más allá del ganado y la seguridad.

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En un giro digno de una fábula kafkiana, la gobernadora María Eugenia Campos (PAN) declaró solemnemente que México y Estados Unidos no son rivales, sino “aliados estratégicos en la gran epopeya contra el Gusano Barrenador del Ganado“. Sí, el mismo gusano que, según los rumores, podría ser el único ser vivo beneficiado por la burocracia binacional.

Con la solemnidad de un tratado de paz posnuclear, la mandataria extendió una invitación al congresista Tony Gonzales para que visite Chihuahua y admire en persona cómo los sistemas de contención del GBG funcionan… o al menos cómo los folletos turísticos prometen que funcionan. “Tenemos el C7“, proclamó, refiriéndose al centro de operaciones donde, presuntamente, se monitorean tanto la seguridad estatal como el flujo de reses hacia el norte, todo mientras algún becario intenta descifrar un manual de Excel.

En un momento particularmente surrealista, Campos y el presidente de la UGRCh suplicaron al congresista que incluya el puerto de Ojinaga en la lista de aprobados por el USDA. “Es el único excluido”, lamentaron, omitiendo mencionar si esto se debe a razones sanitarias o a que alguien olvidó llenar el formulario en tinta azul.

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La gobernadora, en un alarde de optimismo geopolítico, aseguró que Chihuahua no permitirá la “contaminación del ganado local”, como si las reses portaran pasaportes y sombreros charros para identificarse como patrióticas. Mientras tanto, el Gobierno Federal prometió “trabajar estrechamente” con agencias estadounidenses, aunque la historia sugiere que “estrechamente” suele traducirse como “intercambiando correos electrónicos cada seis meses”.

Como colofón, la reunión concluyó con el compromiso de que la Secretaría de Desarrollo Rural será el “enlace de comunicación en tiempo real”. Traducción: alguien tendrá que quedarse despierto hasta tarde para responder los mensajes de WhatsApp del equipo de Gonzales mientras el GBG sigue festejando en algún establo no declarado.

Entre los acompañantes destacó Arturo Sarukhán, exembajador, cuyo rostro parecía preguntarse silenciosamente cómo había terminado discutiendo gusanos en lugar de geopolítica. Así, entre protocolos, gusanos y promesas, la alianza binacional demostró una vez más que, cuando se trata de ganado, todos mueven la cola… pero no siempre al mismo ritmo.

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