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México y Guatemala firman acuerdos mientras la frontera sigue en caos

Los mandatarios sellan pactos entre palmadas y promesas, mientras la frontera sigue siendo un teatro de sombras.

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En un acto que osciló entre la solemnidad y el absurdo burocrático, los gobiernos de México y Guatemala anunciaron con bombos y platillos el “refuerzo” de su cooperación en seguridad fronteriza. Reactivaron el Grupo de Alto Nivel de Seguridad, un ente tan eficaz como un paraguas en un huracán, y prometieron revisar su protocolo de operación, documento que probablemente acabará archivado junto a otros tantos en el cementerio de las buenas intenciones.

La reunión, celebrada en el corazón de la Selva Maya —símbolo involuntario de la frondosa opacidad que rodea estos acuerdos—, contó con la presencia de la Presidenta Claudia Sheinbaum y su homólogo guatemalteco, Bernardo Arévalo. Ambos coincidieron en que la frontera común debe ser un “espacio de paz”, una declaración tan conmovedora como ingenua, considerando que es la misma región donde el crimen organizado opera con la eficiencia de una multinacional.

Entre los planes destacó la ampliación de los diálogos entre comandantes militares, una estrategia tan novedosa como reunir a pescadores para hablar del agua. También prometieron fortalecer la coordinación entre los centros de inteligencia, aunque la historia sugiere que estos organismos suelen compartir información con la misma generosidad que un avaro reparte monedas.

Sheinbaum anunció pomposamente que en octubre se realizará otra cumbre del Grupo de Alto Nivel, esta vez con gabinetes completos. “Reafirmamos compromisos concretos”, declaró, sin especificar si esos compromisos incluyen dejar de usar la retórica como sustituto de la acción. Mientras tanto, Arévalo subrayó que todo se hará con “respeto a la soberanía”, un eufemismo elegante para decir que cada quien seguirá haciendo lo que pueda (o lo que le convenga).

Los acuerdos bilaterales incluyeron un protocolo de repatriación de migrantes, un documento que, en teoría, garantizará “dignidad” en el proceso. La ironía de hablar de dignidad mientras se deporta a personas como mercancía dañada no pareció incomodar a los presentes. También hubo menciones a proyectos ferroviarios y energéticos, aunque la verdadera energía que fluye en la frontera sigue siendo la del contrabando y la corrupción.

En resumen, otro capítulo en la interminable saga de reuniones, fotos y promesas, donde lo único seguro es que el crimen seguirá riéndose de los protocolos desde su trono en la sombra.

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