¿Qué ocurre cuando el muro no son vallas fronterizas, sino paradigmas rotos? La detención del defensor Luis García Villagrán y la vigilancia del INM no lograron contener el torrente de esperanza de la caravana “Éxodo por la Justicia”. Bajo una plegaria colectiva guiada por el sacerdote Heyman Vázquez, 300 almas de Cuba, Haití, Venezuela y otros rincones del Sur Global transformaron mochilas en estandartes de dignidad.

Esta no es una huida, es un manifiesto ambulante. Cada bandera mexicana ondeando en manos migrantes cuestiona: ¿por qué criminalizar el instinto de supervivencia? Mientras avanzan por la Carretera Costera, custodiados por la Guardia Nacional como ironía geopolítica, escriben con sus pies un nuevo capítulo de desobediencia civil. Su meta: la capital, pero su verdadero destino es redefinir la cartografía de los derechos humanos.

En Álvaro Obregón, su próximo descanso, no solo reponen fuerzas. Tejen una red de solidaridad transcontinental que convierte fronteras en costuras de un tejido social más amplio. ¿Podría esta caminata ser el embrión de una nueva diplomacia ciudadana? Mientras los Estados erizan sus aparatos de control, estos caminantes reinventan la geopolítica desde abajo, demostrando que la verdadera seguridad no se construye con detenciones, sino con pasos compartidos hacia la justicia.