Ministros canadienses viajan a México para reforzar el T-MEC

Recuerdo cómo en 2019, durante las primeras renegociaciones del T-MEC, los equipos técnicos trabajaban hasta altas horas de la noche. Hoy, con los aranceles estadounidenses del 35% a productos canadienses fuera del tratado -y la amenaza del 30% a México-, la reunión con la presidenta Claudia Sheinbaum adquiere un matiz urgente. No es casualidad que The Globe and Mail destaque el contraste entre la diplomacia mexicana, que logró un plazo de 90 días, y la respuesta más firme de Ottawa con contraaranceles.

Desde aquel encuentro en Kananaskis durante el G7, donde Sheinbaum y el primer ministro Mark Carney sentaron bases, hasta su llamada del 15 de julio, he visto cómo México ha cultivado una relación pragmática con Canadá. En este oficio aprendí que las crisis comerciales revelan caracteres: mientras algunos socios se enfrascan en disputas, otros, como Sheinbaum, prefieren mesas de diálogo. La pregunta ahora es si esta visita logrará lo que las declaraciones públicas no han podido: blindar el libre comercio ante la retórica de Trump.

Los analistas coinciden: el T-MEC necesita más que buenas intenciones. Necesita acciones como las que podrían surgir esta semana. El comercio trilateral no se construye con discursos, se teje en reuniones como ésta, donde se negocia entre líneas lo que los comunicados oficiales nunca mencionan.