Un niño de ocho años falleció en Saltillo, Coahuila, tras sufrir una intoxicación alimentaria severa después de consumir unas quesadillas de pollo solicitadas a domicilio. La víctima, identificada como Mateo Alexander, perdió la vida en el Hospital Materno Infantil durante las primeras horas del domingo 19 de octubre, tras presentar un cuadro clínico que evolucionó con rapidez y gravedad.
Según los informes médicos, el menor comenzó a experimentar malestares estomacales pocas horas después de ingerir el alimento. Su abuela, María de la Luz, relató que los primeros síntomas aparecieron durante la noche del sábado, lo que motivó una consulta médica inicial donde se diagnosticó una posible infección gastrointestinal.
Sin embargo, el cuadro se agravó dramáticamente durante la madrugada, cuando Mateo presentó episodios de vómito incontrolable y dificultades respiratorias significativas. Ante el empeoramiento de su estado, la familia lo trasladó en vehículo particular al Hospital Materno Infantil, ubicado en el Nuevo Centro Metropolitano de Saltillo.
Al momento de su ingreso, el personal médico confirmó que el niño ya no presentaba signos vitales. La gravedad del caso activó protocolos de investigación, con la intervención de la Unidad Especializada en Investigación de Homicidios Violentos, que inició una carpeta de investigación para determinar las circunstancias exactas de la muerte. El cuerpo fue trasladado al Servicio Médico Forense, donde se practicará la necropsia de ley para establecer las causas médicas precisas del fallecimiento.
Este procedimiento resulta crucial no solo para determinar el agente patógeno responsable, sino también para identificar posibles fallas en la cadena de manipulación de alimentos que podrían representar un riesgo para la salud pública. Las intoxicaciones alimentarias, según el Instituto Nacional de Diabetes y Enfermedades Digestivas de Estados Unidos, pueden derivar en complicaciones graves como deshidratación severa y síndrome urémico hemolítico, aunque estos desenlaces fatales son estadísticamente infrecuentes.
La mayoría de los pacientes afectados por contaminación alimentaria se recuperan sin secuelas permanentes, lo que hace particularmente significativo el caso de Mateo Alexander. Esta tragedia subraya la importancia crítica de los sistemas de vigilancia epidemiológica y los protocolos de seguridad alimentaria.
Los alimentos contaminados con bacterias como Salmonella, E. coli o Campylobacter pueden desencadenar reacciones severas en poblaciones vulnerables, particularmente en niños, ancianos y personas con sistemas inmunológicos comprometidos. La rapidez con que evolucionó el cuadro clínico en este caso sugiere una contaminación bacteriana significativa o la presencia de toxinas de acción rápida.
El incidente plantea serias interrogantes sobre los mecanismos de control sanitario en establecimientos de comida y servicios de entrega a domicilio. La trazabilidad de los ingredientes, las condiciones de preparación, los tiempos y temperaturas de conservación, y los protocolos de manipulación se convierten en factores determinantes para prevenir tragedias similares.
Las autoridades sanitarias enfrentan el desafío de reforzar los sistemas de inspección y garantizar el cumplimiento de las normativas vigentes. Para las familias, este caso representa una dolorosa advertencia sobre la importancia de reconocer los signos de alarma en intoxicaciones alimentarias. Síntomas como vómitos persistentes, dificultad respiratoria, fiebre alta o alteración del estado de conciencia requieren atención médica inmediata, sin esperar a que los cuadros se agraven.
La deshidratación severa y el shock séptico pueden desarrollarse en cuestión de horas, particularmente en pacientes pediátricos. La muerte de Mateo Alexander trasciende el ámbito individual para convertirse en un recordatorio colectivo sobre la fragilidad de los sistemas de protección alimentaria y la responsabilidad compartida entre autoridades, establecimientos y consumidores. Mientras se esperan los resultados oficiales de la necropsia, la comunidad de Saltillo enfrenta el doloroso proceso de duelo y la exigencia de respuestas que prevengan futuras tragedias.

















