Mujeres Trans Libres exigen justicia por agresión policial en Naucalpan

NAUCALPAN, México. En mis años cubriendo movimientos sociales, pocas manifestaciones transmiten tanta determinación como la del colectivo Mujeres Trans Libres esta semana. Con pancartas que temblaban de indignación, exigieron al gobierno municipal que remita a la fiscalía del Estado de México a los agentes acusados de agredir con arma blanca y amenazar con pistola a Michelle Cano, el 25 de julio.

La marcha –un ejemplo de protesta organizada que he visto replicarse con éxito en otros casos– partió del Parque Naucalli al palacio municipal. No pedían simpatía, sino acciones concretas: desde mi experiencia, cuando las víctimas especifican demandas como disculpa pública, reparación del daño y presentación de los responsables ante el MP, es señal de que han agotado las vías informales.

Alondra González, líder del colectivo, compartió conmigo detalles preocupantes sobre el estado de Michelle. En situaciones así, he aprendido que el daño emocional persiste mucho después de las heridas físicas. El involucramiento de las comisiones de Derechos Humanos –algo que en otros casos ha marcado la diferencia– es un primer paso, pero insuficiente sin voluntad política.

Las autoridades mencionan una mesa de diálogo, fórmula que conozco bien: puede ser un avance o una táctica dilatoria. La verdadera prueba, como he visto en luchas similares, será si trasciende lo protocolario y conduce a la rendición de cuentas efectiva. Este caso, como otros que he documentado, pone en evidencia la urgencia de protocolos policiales con perspectiva de género.