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Nacional

Noroña recibe y rechaza escoltas de la FGR tras riña

Un senador rechaza la custodia asignada tras un episodio de violencia política en el recinto legislativo.

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En un giro de eventos que solo la tragicomedia política nacional puede ofrecer, el senador Gerardo Fernández Noroña ha sido agraciado con el dudoso honor de recibir escoltas de la Fiscalía General de la República (FGR). Sí, la misma institución que suele moverse con la celeridad de un glaciar en asuntos de vida o muerte para el ciudadano común, ha desplegado una eficiencia pasmosa para asignar custodios a un legislador tras una trifulca legislativa.

El motivo de tan distinguida protección no es una conspiración internacional de alto nivel, sino un zafarrancho de patio de colegio, aunque con traje y corbata, protagonizado junto al senador priista Alejandro Moreno. Parece que en el circo romano moderno, conocido como Senado, los empujones y golpes ahora se consideran una amenaza de seguridad nacional que requiere la movilización inmediata del Estado.

“Hoy, apenas el día de hoy, la FGR me asignó una custodia”, declaró el senador con la solemnidad de quien anuncia un tratado de paz, no la resolución de una pelea de cantina versión Cámara Alta. No contento con aceptar este derroche de recursos públicos para escoltar a un hombre que se jacta de su fortaleza dialéctica, Noroña, en un arranque de grandilocuencia (o quizá de vergüenza tardía), decidió declinar la protección. “Acabo de platicar con los elementos… y he decidido declinar”. Lo formalizará, por supuesto, mediante oficio. Porque la burocracia debe seguir su curso, incluso para rechazar los absurdos que ella misma genera.

El episodio original, ocurrido el pasado 27 de agosto, fue todo un espectáculo de madurez democrática: empujones, golpes y daños al equipo de grabación. Un verdadero debate de ideas. La situación ha llegado a tal punto de surrealismo que la FGR ha organizado una reconstrucción de los hechos en el lugar de los hechos, el antiguo Senado. Actores recreando empujones, fiscales tomando nota. Quizá próximamente en una plataforma de streaming.

Como broche de oro a este esperpento, el senador se vio en la necesidad de desmentir que su casa en Tepoztlán esté custodiada por la Guardia Nacional. Porque en este país, la noticia no es que haya ciudadanos indefensos, sino que se debate acaloradamente si un político tiene demasiados guardias o, por el contrario, no los suficientes para sus grescas personales. Una farsa en la que el erario público es el gran perdedor, siempre pagando la función.

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