Oaxaca bajo asedio de un ciclón que podría ser o no ser

En un giro argumental que ni el más creativo guionista de telenovelas habría imaginado, el Consejo Estatal de Protección Civil anunció hoy la aparición de un nuevo villano climático: una zona con potencial ciclónico que, como todo buen antagonista, merodea amenazante frente a las costas de Oaxaca sin decidirse aún si hará acto de presencia o se limitará a asustar a la población desde la distancia.

Según los augures modernos del Centro Nacional de Huracanes de EE.UU., este sistema tiene un 40% de probabilidad de convertirse en el próximo drama natural –una cifra lo suficientemente ambigua como para justificar tanto la histeria colectiva como la completa indiferencia–. Mientras tanto, el ahora decadente Erick, que pasó de ser estrella mediática a mera baja presión remanente, sigue repartiendo caprichosamente lluvias como un artista en su gira de despedida.

Las autoridades, en un alarde de originalidad, repiten el libreto de siempre: 250 milímetros de lluvia, inundaciones predecibles y deslaves en zonas que nunca debieron ser urbanizadas. Todo ello, por supuesto, acompañado del ritual anual de ciudadanos sorprendidos porque el agua moja y la tierra se mueve. ¿El verdadero peligro? Que después de tanta alerta, el ciclón finalmente no aparezca y todos debamos fingir que el ejercicio de prevención no fue otra farsa burocrática.

Mientras Oaxaca se prepara para este espectáculo meteorológico –que podría titularse “¿Lloverá o no lloverá? La tragicomedia climática”–, los ríos esperan ansiosos su momento de protagonismo, las montañas practican sus deslizamientos y las calles se resignan a convertirse, una vez más, en canales venecianos improvisados. Todo normal en este país donde la naturaleza tiene mejor timing dramático que nuestras autoridades.