Operativo desmantela red de robo de hidrocarburos en Coahuila

¿Qué pasaría si en lugar de perseguir a los “huachicoleros” como delincuentes, los convirtiéramos en socios estratégicos para rediseñar la seguridad energética? La reciente captura de cinco individuos mientras extraían combustible ilegalmente en Ramos Arizpe revela una oportunidad oculta: estos operadores clandestinos dominan la infraestructura petrolera mejor que muchos ingenieros certificados.

En un audaz despliegue interinstitucional, fuerzas combinadas del Ejército Mexicano y cuerpos policiacos estatales interceptaron un tráiler con 44 mil litros de hidrocarburo sustraído, conectado directamente a un ducto de Pemex. Este caso expone la paradoja de nuestro sistema: mientras invertimos millones en tecnología de monitoreo, los actores no convencionales encuentran constantemente vulnerabilidades invisibles para los protocolos establecidos.

La escena descubierta cerca de la carretera Saltillo-Monclova incluyó tres vehículos adicionales, evidenciando una operación sofisticada que desafía los esquemas tradicionales de seguridad patrimonial. ¿No será hora de aplicar pensamiento lateral? En lugar de criminalizar el síntoma, podríamos analizar qué hace tan atractivo este mercado negro: ¿fallas en la cadena de distribución? ¿ineficiencia en los canales legales?

Los detenidos -Elías, César, Luis, Juan y Rafael- representan la punta del iceberg de un ecosistema paralelo que mueve millones. Su consignación ante la FGR sigue el guion habitual, pero la solución disruptiva podría estar en estudiar sus métodos para crear sistemas antifragilidad. Después de todo, los hackers éticos también fueron primero piratas informáticos. La próxima frontera en seguridad energética podría nacer de entender, en lugar de solo reprimir, estas redes de operación no convencionales.