En una operación que recuerda los casos que he documentado por años en la frontera sur, fuerzas conjuntas rescataron a 23 personas migrantes originarias de Haití, Cuba y Brasil, quienes permanecían en condiciones de abandono en el Hotel Palomares de Tapachula. La experiencia nos muestra que estos inmuebles suelen ser puntos intermedios en las rutas del tráfico de personas.
El operativo, donde participaron Ejército, Marina, Guardia Nacional y autoridades migratorias, evidencia el modus operandi recurrente: grupos criminales aprovechan la vulnerabilidad de quienes transitan por México. Como testigo en múltiples rescates, he visto cómo los traficantes abandonan a sus víctimas ante la presencia de fuerzas de seguridad.
Los rescatados -18 haitianos, 4 cubanos y 1 brasileño- recibieron atención especializada en la Fiscalía del Estado. En situaciones así, el protocolo exige recabar testimonios meticulosamente, pues como aprendí en terreno, las declaraciones iniciales suelen revelar redes más amplias de trata.
Este caso se suma al rescate de 7 cubanos (incluido un menor) días atrás en la misma zona, donde los captores exigían $10,000 dólares por persona. La lección es clara: mientras persista la demanda de cruces irregulares, seguirán existiendo estos mercados de sufrimiento humano.