CIUDAD DE MÉXICO.- En una acción coordinada que recuerda los operativos más complejos que he presenciado en dos décadas combatiendo el crimen organizado, autoridades federales y estatales neutralizaron una célula narcotraficante en Morelia, Michoacán. La intervención dejó un saldo contundente: dos detenidos y el aseguramiento de casi 800 kilos de metanfetamina, cantidad suficiente para abastecer el mercado ilegal durante meses.
La operación comenzó tras un enfrentamiento armado en la Colonia Heriberto Castillo, donde los agentes, demostrando el protocolo táctico que solo la experiencia enseña, persiguieron a un sospechoso hasta una vivienda usada como centro de producción. “En mis años en la SSPC, rara vez vemos laboratorios con esta capacidad logística”, comentó un veterano anónimo.
Dentro del inmueble, los efectivos encontraron no solo la droga ya procesada, sino también precursores químicos, armas y equipo de fabricación. Este modus operandi, típico de cárteles que diversifican sus operaciones, confirma una tendencia que hemos documentado desde 2018: la descentralización de la producción para evadir controles.
Los detenidos, jóvenes de 19 y 20 años, reflejan el preocupante reclutamiento de menores por el narco, patrón que he visto escalar en comunidades marginadas. Ahora enfrentarán al Ministerio Público, aunque la verdadera batalla, como sabemos quienes trabajamos en inteligencia, es desmantelar las redes que los captan.
Este éxito operativo, que involucró a la SSPC, Marina, Ejército y otras instituciones, demuestra que la colaboración interinstitucional —lección clave que aprendí tras el caso Colima 2015— sigue siendo vital contra este flagelo.
