Una Intervención Necesaria: Más Allá del Rescate Inmediato
Desde mi experiencia en el ámbito de la protección a la infancia, puedo afirmar que un operativo de esta envergadura no se decide a la ligera. Las autoridades capitalinas movilizaron recursos para el rescate de 80 niñas y adolescentes del albergue “Casa de las Mercedes”, una intervención que se llevó a cabo de manera simultánea en sus dos sedes: una en la calle Schultz y otra en Berriozábal, ambas en la alcaldía Cuauhtémoc. La logística es crucial; de los 80 menores de edad rescatados, 47 se encontraban en la sede Schultz y 33 en Berriozábal. He aprendido que en estos casos, la coordinación para asegurar ambos lugares al mismo tiempo es vital para evitar traslados precipitados o la posible alteración de evidencias.
La Respuesta Institucional: Un Primer Paso Crítico
La jefa de gobierno, Clara Brugada, ofreció un parte de tranquilidad inicial, señalando que las menores están seguras y recibiendo atención. Sus palabras revelan el procedimiento estándar, pero también su complejidad: “Después de esta intervención, que se hizo a partir de una resolución de un juez, de que pudiéramos proteger a las menores, sacándolas de ese lugar, pues ya estamos en una situación distinta”. Es en este punto donde comienza el verdadero trabajo. No basta con sacarlas; el desafío, que he visto repetirse, es la siguiente fase. Brugada mencionó las negociaciones con el patronato y la junta de asistencia privada para encontrar alternativas de alojamiento. El personal del Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF) y de la Fiscalía General de Justicia se encargaron de las diligencias para reubicar a las niñas de manera temporal. Sé por experiencia que encontrar un lugar definitivo que cumpla con todas las condiciones óptimas es un proceso meticuloso que puede tomar tiempo.
El Compromiso a Largo Plazo: Lecciones Aprendidas
La mandataria reiteró el compromiso de la administración capitalina con las infancias, en especial con aquellas en situación de vulnerabilidad por carecer de familia. Su mensaje contundente —”quien se atreva a tocar a una niña (niño) en esta ciudad será sancionado con todo el peso de la ley”— es una declaración de principios necesaria. Sin embargo, la sabiduría práctica nos dice que las advertencias deben ir acompañadas de sistemas de vigilancia y apoyo infalibles. La verdadera lección, que he atestiguado a lo largo de los años, es que la protección de la niñez no termina con un operativo espectacular. La reubicación es solo el comienzo; el bienestar sostenido, el apoyo psicológico continuo y la garantía de un entorno familiar y seguro son los pilares que realmente marcarán la diferencia en la vida de estas ochenta jóvenes. Es un recordatorio de que nuestra obligación como sociedad es actuar de inmediato, pero también de perseverar.















