La Organización Panamericana de la Salud (OPS) ha confirmado este lunes 10 de noviembre de 2025 la persistencia de un brote activo de sarampión en México, un fenómeno que ha llevado a una decisión histórica y preocupante: las Américas han perdido su estatus como región libre de transmisión endémica de esta enfermedad. Este retroceso supone un golpe significativo para la salud pública continental, que en el pasado fue pionera en la eliminación de este virus.
Los datos epidemiológicos presentados son contundentes. Hasta el 7 de noviembre del presente año, se han notificado un total de 12.593 casos confirmados de sarampión en diez países de la región. Lo más alarmante es la desproporcionada concentración de la epidemia: el 95% de todos los casos se localizan en Canadá, México y Estados Unidos. Esta cifra representa un aumento de treinta veces en comparación con las estadísticas del año 2024, lo que ilustra la velocidad y la escala de la propagación.
El impacto humano de este brote se mide en vidas perdidas. De las 28 defunciones registradas en la región en lo que va de 2025, 23 han ocurrido en México. Esta cifra coloca al país en el epicentro de la crisis, seguido por Estados Unidos con tres fallecimientos y Canadá con dos. Cada una de estas muertes se considera evitable, dado que el sarampión es una enfermedad que puede prevenirse de forma efectiva mediante la vacunación.
La situación no se limita a Norteamérica. La OPS detalla que, además de México, Canadá y Estados Unidos, persisten brotes activos en Bolivia, Brasil, Paraguay y Belice. El patrón de transmisión identificado por los expertos señala que la mayoría de estos brotes están asociados a casos importados, pero su propagación ha encontrado un terreno fértil en comunidades con baja cobertura de vacunación. Un análisis profundamente revelador indica que el 89% de los casos corresponde a personas que no estaban vacunadas o cuyo estado vacunal se desconoce.
La decisión formal de revocar el estatus de región libre de sarampión se tomó durante la reunión de la Comisión Regional de Monitoreo y Reverificación de la Eliminación del Sarampión, la Rubéola y el Síndrome de Rubéola Congénita de la OPS, celebrada en la Ciudad de México entre el 4 y el 7 de noviembre. La comisión, compuesta por expertos internacionales, determinó que la transmisión endémica del virus se ha restablecido en Canadá, donde la circulación ha sido continua durante al menos doce meses. Este umbral de tiempo es el criterio técnico que define la reinstauración de la transmisión endémica a nivel regional.
Este hecho marca un momento particularmente sombrío en la historia de la salud pública de las Américas. La región fue la primera en el mundo en ser certificada como libre de sarampión, un logro monumental que ahora se ha perdido por segunda vez. Este vaivén subraya la naturaleza dinámica y persistente de las amenazas virales, incluso contra enfermedades que se consideraban controladas.
Frente a este escenario, las autoridades han emitido un mensaje que combina la gravedad de la situación con un llamado a la acción. El doctor Jarbas Barbosa, Director de la OPS, afirmó durante una rueda de prensa que “esta pérdida representa un retroceso, pero también es reversible”. Su declaración enfatiza un punto crucial de la epidemiología moderna: en un mundo globalizado, ningún territorio está a salvo mientras existan reservorios del virus en otras partes del planeta.
Barbosa explicó la dinámica fundamental del problema: “Mientras el sarampión no se elimine a nivel mundial, nuestra región seguirá enfrentando el riesgo de reintroducción y propagación del virus entre las poblaciones no vacunadas o con vacunación incompleta”. Sin embargo, basándose en la experiencia histórica, expresó confianza en la capacidad de respuesta. “Como ya lo demostramos anteriormente, con compromiso político, cooperación regional y una vacunación sostenida, la región puede interrumpir nuevamente la transmisión y recuperar este logro colectivo”.
Este episodio funciona como un recordatorio crítico de que los logros en salud pública no son permanentes. Requieren de una vigilancia constante, sistemas de salud resilientes y, sobre todo, del mantenimiento de altas coberturas de vacunación. La interrupción de los programas de inmunización, ya sea por desinformación, falta de acceso o complacencia, crea ventanas de oportunidad para que patógenos prevenibles regresen con fuerza. La recuperación del estatus perdido dependerá ahora de una respuesta coordinada y masiva que priorice llegar a las comunidades más vulnerables y con menor acceso a los servicios de salud.
















