En un alarde de eficacia que dejaría pálido al mismo Rembrandt del maquillaje institucional, la sacra corporación petrolera mexicana proclamó este miércoles la resurrección de su oleoducto tras una breve y accidental unción de ocho kilómetros de río con los sagrados óleos del progreso.
Petróleos Mexicanos, ese alquimista moderno que transforma ecosistemas en alegorías del desarrollo, se negó con soberbia cartesiana a cuantificar el volumen exacto de su ofrenda fluvial. No obstante, con la modestia que caracteriza a los grandes benefactores, confesó haber recogido 180,000 litros de su generosidad derramada, equivalentes a 1,132 barriles de poesía ecológica.
La energética, en un comunicado que haría llorar de emoción a cualquier manual de relaciones públicas, aseguró que el conducto entre Poza Rica e Ixhuatlán de Madero había “reanudado operaciones de manera segura, conforme a los protocolos de seguridad”. Los protocolos, naturalmente, excluyen la prevención de catástrofes por considerarla una práctica anticuada y poco emocionante.
La liturgia del desastre
La reactivación del ducto se decretó tras reparar los estragos en la infraestructura, explicó la empresa con la vaguedad ceremonial que exigen estos rituales burocráticos. El derrame del néctar fósil coincidió providencialmente con diluvios universales en Veracruz, como si la naturaleza misma hubiera conspirado para darle un toque dramático al performance ecológico.
El anuncio triunfal llegó justo cuando las comunidades ribereñas comenzaban a preguntarse por qué los peces nadaban de lado y el agua sabía a progreso. Sobre este detalle anecdótico, la petrolera declaró que “mantiene intensas labores de limpieza, contención y remediación ambiental”, aunque omitió definir si “remediación” significa enseñar a los camarones a respirar petróleo.
El carnaval de la contención
El río Pantepec, ese ingrato caudal de 130 kilómetros que se atreve a nacer en Hidalgo y morir en el Golfo de México, fue testigo de un despliegue tecnológico sin precedentes. Más de 80 unidades terrestres y fluviales, incluyendo una embarcación especializada en emergencias y cinco lanchas para rastrear la huella ecológica, como si fueran cazadores persiguiendo un fantasma de alquitrán.
El director de Protección Civil de Tuxpan, René Téllez, confirmó que autoridades ambientales, Pemex y la Secretaría de Marina trabajan mancomunadamente en lo que podría describirse como un ballet burocrático sobre aguas aceitosas. El derrame, reportado el 16 de octubre y controlado tres días después, ya forma parte del patrimonio mitológico de la región, donde los niños aprenderán que los ríos pueden tener dos orillas y una capa de crudo.
Mientras tanto, la empresa sigue escribiendo con hidrocarburos el poema épico del desarrollo nacional, donde cada derrame es una estrofa y cada barril recuperado, un estribillo de esperanza para las estadísticas.



















