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Profeco decreta la felicidad educativa digital obligatoria

La guía oficial para navegar el nuevo y absurdo ecosistema de aprendizaje digital impuesto desde las alturas.

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El Ministerio de la Felicidad Pedagógica Digital decreta el gozo educativo

En un acto de benevolencia sin precedentes, el Gran Ministerio de la Felicidad Pedagógica Digital (antes conocido como Profeco), ha descendido de su Olimpo burocrático para iluminar a las masas estudiantiles con el nuevo dogma digital. Ante la herejía de los pizarrones de tiza y los cuadernos de espiral, la sagrada institución ha ungido con su divino sello de aprobación una selección de aplicaciones que, usadas correctamente, conducirán a los jóvenes directamente a un estado de éxtasis cognitivo perpetuo.

Mediante un edicto escrito en píxeles sagrados, el Ministerio proclamó que estas herramientas tecnosológicas son el bálsamo definitivo para las almas errantes que enfrentan el flagelo de las barreras geográficas (como vivir en una colonia sin fibra óptica) o la tortura de las limitaciones de horario (como tener que comer o dormir). Gracias a la divina intervención de estas apps, el estudiante moderno podrá acceder al conocimiento universal en cualquier momento y lugar, preferentemente mientras espera el microbús o hace fila para pagar la luz.

El comunicado, grabado en tablas de algoritmos, añade con solemnidad que estas plataformas permiten que el educando avance a su “propio ritmo”, un concepto revolucionario que, traducido del burocrático, significa que el sistema te vigilará, medirá, analizará y producirá reportes de desempeño tan detallados que hasta tu perro sabrá que reprobaste matemáticas. Todo ello, por supuesto, para ayudarte a identificar áreas de mejora, también conocidas como “todo lo que haces mal”.

Pero el Ministerio, en su infinita sabiduría, también lanza una advertencia profética: no toda app que brilla es oro pedagógico. Algunas, advierte con el dedo acusador, podrían carecer del sagrado valor educativo o, peor aún, conspirar para robar los datos de tu tarjeta de crédito y vender tu alma digital al mejor postor. La elección, por tanto, debe ser tan cuidadosa como la de un cardenal eligiendo papa.

He aquí, pues, el nuevo canon digital del estudiante modelo, un decálogo para la sumisión gozosa:

Apps para la Organización de tu Existencia

Classroom: Para que el ecosistema de Google sepa exactamente a qué hora hiciste tu tarea y cuándo procrastinaste viendo memes.

Notion: Una aplicación tan personalizable que eventualmente pasarás más tiempo organizando la app que estudiando con ella.

Apps para la Gestión de tu Aprendizaje (y de tu Alma)

Moodle: Plataforma que se adapta a todos los tipos de aprendizaje, especialmente al que consiste en hacer clic en “Siguiente” sin leer.

Apps de Herramientas Interactivas para la Iluminación

Khan Academy: Provee explicaciones claras para que comprendas por qué tu futuro está siendo reemplazado por un robot.

Apps de Idiomas para la Glocalización

Duolingo: Aprende idiomas con la amenaza constante de que un búho verde te notifique a las 3 a.m. que has defraudado a la familia.

Apps para la Concentración en un Mundo de Distracciones que Creamos Nosotros Mismos

Forest: Planta un árbol digital para mantener la concentración. Si tocas tu teléfono, el árbol muere. La culpa es tuya, no del sistema que te exige productividad constante.

Apps para Videollamadas para el Simulacro de Socialización

Zoom: Ofrece audio y video de alta calidad para que puedas contar perfectamente los píxeles de la pared blanca de tu profesor.

Así, el ciudadano queda oficialmente liberado de la angustia de pensar por sí mismo. El Ministerio ha hablado. La felicidad educativa es obligatoria. Descarguen, suscríbanse y no pregunten. El progreso lo exige.

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