La Transparencia en los Combustibles: Una Batalla de Todos los Días
Desde mi experiencia en el sector energético, he visto numerosas iniciativas para estabilizar los precios de los combustibles. La reciente comunicación del procurador Federal del Consumidor, César Iván Escalante Ruiz, sobre un precio promedio nacional de 23.59 pesos por litro para la gasolina regular, es un dato alentador. Recuerdo, a principios de la década, las fuertes fluctuaciones que generaban incertidumbre tanto en los distribuidores como en los usuarios finales. Un acuerdo de esta naturaleza, impulsado desde la presidencia, es un pilar fundamental, pero su verdadero éxito se mide en la trinchera: las gasolinerías.
El anuncio de un 94% de cumplimiento es significativo. En la práctica, he aprendido que el monitoreo constante es la única herramienta que disuade las malas prácticas. Cuando Escalante Ruiz menciona que revisan que el margen de ganancia no exceda los dos pesos y “les ponen una palomita”, evoca una estrategia de reconocimiento que, en mi opinión, es más efectiva a largo plazo que solo la sanción. He visto cómo estaciones ejemplares, como la de Pemex en Xochitepec, Morelos, que vende a 23.29 pesos, se convierten en referentes para la comunidad y ejercen una presión positiva sobre la competencia.
Sin embargo, la sabiduría del campo te enseña que siempre hay excepciones. Su comentario de que “sigue habiendo algunas que se siguen volando, la verdad, con los precios” es un recordatorio honesto de que la vigilancia no puede ceder. La credibilidad de la estrategia se sostiene en esta transparencia para reconocer tanto los aciertos como los desafíos pendientes.
La inclusión del monitoreo de la canasta básica en el mismo informe es acertada. El caso del kilo de zanahoria, con un promedio de 15.85 pesos pero con una disparidad que va desde los 5 pesos en la Central de Abasto de Iztapalapa hasta los 26 pesos en un establecimiento de Monterrey, ilustra a la perfección una lección clave: la geografía y el tipo de punto de venta son factores críticos. No es lo mismo el costo operativo de un gran mercado mayorista que el de un supermercado minorista en una zona de alto poder adquisitivo. La verdadera tarea es educar al consumidor para que conozca estos rangos y pueda tomar decisiones informadas, aprovechando estos reportes semanales no como una queja, sino como una herramienta de empoderamiento.