Una Decisión Necesaria, Fruto de la Negligencia
El Zoológico de León ha cerrado sus puertas de forma temporal este jueves, una medida ejecutada tras la intervención de la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) y la suspensión de un amparo por un juez federal. En mi larga trayectoria, he visto cómo estas acciones nunca son caprichosas; son la respuesta última a una cadena de fallos. El detonante fueron incidentes graves de descuido, maltrato y la muerte de diversas especies, incluyendo un rebaño de borregos muflones y un avestruz. Lamentablemente, la teoría del cuidado colisiona con la realidad cuando la gestión diaria falla.
La Autoridad Actúa: Sin Aviso, Con Urgencia
El cierre se realizó sin previo aviso, días después de que el Juzgado Décimo Segundo de Distrito ordenara medidas de protección dentro del juicio de Amparo 1473/2025-IV, promovido por una asociación civil. He aprendido que cuando la justicia y la autoridad ambiental se alinean, la inmediatez es crucial. Las acciones de la Profepa no son meros trámites; buscan garantizar el bienestar animal y cortar de raíz patrones de negligencia. Es un recordatorio duro pero necesario: la tenencia de fauna silvestre conlleva una responsabilidad jurídica y ética inmensa.
Un Cierre que Debe Ser un Punto de Inflexión
Este cierre temporal ha generado lógica preocupación entre los visitantes y la comunidad. He sido testigo de cómo la expectativa pública se centra en que las autoridades tomen las medidas correctivas para asegurar la integridad de las especies. La revisión de la Profepa es un paso indispensable, no solo para investigar las denuncias, sino para implementar un plan de acción real y supervisado. No se trata solo de reabrir, sino de reabrir con estándares transformados.
Reflexión Final: Más Allá del Encierro
Este episodio ha reavivado el debate esencial sobre la responsabilidad de los zoológicos modernos y la supervisión gubernamental. Desde mi experiencia, un zoológico que no prioriza el bienestar animal está condenado al fracaso, tanto ético como legal. La comunidad espera, y con razón, que este cierre no sea un paréntesis, sino un llamado de atención histórico para reevaluar y dignificar las condiciones de vida de la fauna en cautiverio. El verdadero reto comienza ahora: la rehabilitación del recinto y la restauración de la confianza.














