Desde mi experiencia en el sector tecnológico, he visto cómo los proyectos de infraestructura definen el futuro de las regiones. La decisión de CloudHQ de invertir 4,800 millones de dólares en Querétaro para erigir seis centros de datos no es solo una noticia; es un punto de inflexión estratégico. Recuerdo cuando las discusiones sobre “la nube” eran teóricas; hoy, esta inversión la convierte en una realidad tangible y poderosa para México.
La Presidenta Claudia Sheinbaum tiene razón al señalar que esto robustecerá nuestra capacidad nacional en inteligencia artificial. He aprendido que la soberanía digital no se decreta, se construye con infraestructura de esta envergadura. Este proyecto, que generará más de 7,000 puestos de trabajo en su fase de construcción y 900 empleos permanentes, es el tipo de catalizador que crea ecosistemas completos, tal como vi suceder en otros polos tecnológicos del mundo.
La analogía del Secretario de Economía, Marcelo Ebrard, es acertada: estos centros serán la autopista que conectará a México con la economía digital global. En la práctica, servicios que damos por sentado, como la telefonía móvil, las plataformas en línea o herramientas de IA como ChatGPT, dependen de esta columna vertebral. Sin ella, somos usuarios pasivos; con ella, podemos ser actores principales.
Los detalles técnicos revelan una visión de largo plazo. Ocupando 52 hectáreas y con una capacidad energética de 900 megawatts, el compromiso con la sostenibilidad—con sistemas de refrigeración libres de agua y certificaciones LEED—es crucial. He visto proyectos fracasar por subestimar los costos operativos y el impacto ambiental; aquí se está haciendo bien desde el principio.
Un aspecto que a menudo se pasa por alto, pero que desde mi perspectiva es vital, es la participación de las empresas digitales que ocuparán estos centros en la inversión. Esto no es un edificio vacío; es un imán que atraerá más talento y fortalecerá las cadenas de suministro locales, creando un efecto multiplicador real.
Finalmente, la coordinación con el gobierno de Querétaro y los municipios para el desarrollo de infraestructura complementaria es la lección más importante. Los proyectos más exitosos en los que he participado siempre han combinado la visión del sector privado con el apoyo y la planeación pública. Esto asegura que la inversión no sea un islote, sino parte integral del desarrollo estatal.