Rappi cumple con el IMSS pero solo para repartidores que superen el salario mínimo

En un alarde de generosidad corporativa que haría llorar de emoción al mismísimo Adam Smith, la empresa colombiana Rappi ha decidido regalarle al IMSS la friolera de 100 mil nombres de repartidores. Eso sí, con letra pequeña: solo los que ganen más que un mendigo con suerte podrán disfrutar de los privilegios de la seguridad social. ¡Qué detalle!

Isabella Mariño, suma sacerdotisa de asuntos corporativos de Rappi México, aclaró con la precisión de un cirujano que, aunque todos los esclavos digitales están registrados, solo los que superen el umbral de la miseria (también conocido como salario mínimo) merecerán la protección divina del IMSS. “Es como una lotería, pero en lugar de dinero, juegas con tu derecho a la salud“, explicó entre risas.

El plan piloto, nombre en clave para “experimento social con seres humanos”, servirá para medir cuántos repartidores logran escapar de la economía de la precariedad. “Si no alcanzan el umbral, siempre pueden vender un riñón para pagar sus aportaciones voluntarias”, sugirió Mariño con un guiño.

La empresa, en un gesto que no huele a relaciones públicas, destacó que los no afortunados tendrán derecho al Seguro de Riesgos de Trabajo. Traducción: si un auto los atropella mientras entregan sushi a las 3 AM, Rappi pagará… parte de la cura. ¡Qué alivio!

Y para los emprendedores de la bicicleta que sueñan con una vivienda digna, Rappi les recuerda amablemente que el Infonavit sigue siendo tan accesible como un yate en Ecatepec. “Al menos ya no los tratamos como fantasmas fiscales“, remarcó la empresa, en lo que podría ser el eslogan de su próxima campaña de lavado de imagen.

Así, entre códigos binarios y promesas vaporosas, la revolución laboral del siglo XXI avanza: donde unos ven derechos, otros ven costos operativos. Y el repartidor, como siempre, pedaleando en el limbo.