Reinventar la energía exige certeza y visión de futuro
En vísperas de la revisión del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá, la Asociación Mexicana de Empresas de Hidrocarburos plantea un desafío radical: transformar la incertidumbre en ventaja competitiva. ¿Y si en lugar de pedir certidumbre, construyéramos un ecosistema tan atractivo que la inversión llegara por ósmosis?
La visión disruptiva de Amexhi no se conforma con ajustes marginales. Propone reimaginar completamente el marco regulatorio como un organismo vivo, adaptable y predecible, donde las decisiones técnicas prevalezcan sobre la discrecionalidad. Imagine un sistema donde la estabilidad institucional actúe como imán para capitales de vanguardia, tecnologías transformadoras y alianzas estratégicas de largo alcance.
Los pilares de la revolución energética
La asociación despliega una arquitectura conceptual que desafía convenciones:
Autonomía regulatoria como motor de innovación: Promueve entes técnicos independientes cuyas resoluciones se basen en datos y no en influencias, creando un campo de juego equilibrado que multiplique la confianza de los inversionistas.
Mecanismos de solución de controversias como ventaja competitiva: Propone sistemas ágiles de resolución de conflictos que conviertan la certidumbre jurídica en un activo estratégico, reduciendo percepciones de riesgo y catalizando la cooperación público-privada.
Integración comercial como ecosistema simbiótico: Visualiza un corredor energético norteamericano donde los hidrocarburos circulen con la fluidez de los datos en internet, eliminando barreras arancelarias y no arancelarias que obstaculizan la eficiencia regional.
Visibilidad de largo plazo como plataforma de lanzamiento: Concibe marcos regulatorios estables no como concesiones, sino como catapultas para proyectos transformadores que trasciendan ciclos políticos y generen valor duradero.
Estos espacios de diálogo con las Secretarías de Economía y Energía representan laboratorios vivos donde se cocrean los futuros posibles del sector energético mexicano. La asociación, que agrupa a 23 actores clave de la cadena de valor de hidrocarburos, opera bajo un principio fundamental: la soberanía energética no se fortalece mediante el aislamiento, sino mediante la construcción de interdependencias estratégicas que potencien las capacidades nacionales.
El verdadero desafío no es adaptarse al cambio, sino diseñar el sistema energético del futuro desde cero, donde la certidumbre deje de ser una petición para convertirse en el cimiento sobre el cual México construya su liderazgo energético continental.















