Samuel García propone un nuevo pacto político para Nuevo León

En un movimiento que muchos interpretan como un reinicio estratégico, el Gobernador Samuel García convocó a los líderes políticos de Nuevo León a dejar atrás décadas de confrontación estéril. “He aprendido que gobernar es como tejer una red: si un hilo se rompe, toda la estructura pierde fuerza”, compartió con este medio durante una charla previa al evento. Sus palabras resonaron en el Palacio de Gobierno, donde hace tres años juró su cargo prometiendo exactamente lo mismo.

La ironía no pasó desapercibida para los asistentes. Tras meses de pulseadas legislativas que casi paralizaron la aprobación del Presupuesto 2025 —experiencia que García describió como “un curso acelerado en realpolitik”—, el mandatario optó por el simbolismo del 201 aniversario estatal para renovar su llamado. “En política, los segundos intentos tienen más credibilidad cuando se muestran cicatrices”, reflexionó un diputado de oposición bajo condición de anonimato.

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Las ausencias hablaron más fuerte que los discursos. Ni el presidente del Congreso ni los alcaldes de Monterrey, San Pedro Garza García y Guadalupe —municipios que concentran el 60% del PIB estatal— asistieron. “Cuando trabajé en coordinación municipal, aprendí que las reconciliaciones requieren gestos concretos, no solo palabras”, comentó una exfuncionaria presente en el acto.

El Gobernador, conocedor del escepticismo, enfatizó una visión de desarrollo equitativo: “El Nuevo León que imagino no es un edificio con pisos de diferente altura, sino una mesa donde todos alcanzan el mismo plato”. La metáfora, sin embargo, contrasta con datos recientes del INEGI que muestran brechas del 40% en desarrollo infraestructural entre municipios metropolitanos y periféricos.

Analistas coinciden en que el verdadero termómetro de este “nuevo comienzo” no será la retórica, sino la capacidad de concretar acuerdos sobre tres temas críticos: la reforma fiscal pendiente, la distribución de fondos metropolitanos y la polémica Ley de Seguridad que mantiene enfrentados al ejecutivo y al poder judicial. Como bien sabe cualquier gobernante experimentado, en política las segundas oportunidades se miden por resultados, no por intenciones.

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Foto: Agencia Reforma