Seis perfiles compiten por dirigir el OIC de la FGR

Reinventando la Integridad: Más Allá de la Elección Convencional

La selección de seis candidatos para liderar el Órgano Interno de Control de la Fiscalía General de la República no es un mero trámite administrativo; es una oportunidad crítica para replantear la arquitectura misma de la supervisión ética. ¿Y si, en lugar de simplemente llenar una vacante, estamos ante la posibilidad de instalar un sistema de anticorrupción proactivo e inmunológico, en lugar de uno reactivo y paliativo?

Las Comisiones Unidas de Transparencia y Anticorrupción y de Vigilancia de la Auditoría Superior de la Federación han dado un paso inicial, avalando por unanimidad un dictamen que excluye a figuras señaladas por corrupción. Este consenso es un síntoma de una necesidad colectiva de cambio, pero el verdadero desafío disruptivo comienza ahora. La elección del titular debe trascender el reparto político tradicional y convertirse en la instalación de un “sistema inmune” para la institución.

Entre los finalistas, como Óscar Daniel del Río Serrano, Perla Lizeth Torres López o César Iván Rodríguez Sánchez, no solo hay currículos; hay potenciales arquitectos de una nueva cultura institucional. La verdadera innovación no radica en quién ocupa el cargo, sino en qué herramientas y autonomía real se le otorgarán. Imaginemos un OIC con capacidad predictiva, utilizando inteligencia artificial y análisis de datos para identificar patrones de riesgo antes de que se materialicen en actos delictivos, transformando la fiscalización de un ejercicio burocrático en una estrategia de inteligencia ética.

El proceso, que enfatiza principios de paridad de género y no discriminación, es valioso, pero la disrupción exige ir más allá de las checklists. Se trata de buscar un perfil que no solo entienda las normas, sino que sea capaz de diseñar ecosistemas de transparencia donde la rendición de cuentas sea inherente a cada proceso, donde la tecnología haga la corrupción más difícil y costosa que la honestidad.

La Junta de Coordinación Política tiene en sus manos una elección que puede ser rutinaria o transformadora. La pregunta provocativa es: ¿elegiremos a un administrador de la corrupción existente o a un diseñador de un nuevo estándar de integridad? La respuesta definirá si esta designación es un simple cambio de guardia o el inicio de una reinvención profunda de la confianza pública en una institución fundamental.

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