Sheinbaum adelanta su mañanera para encajar reunión con presidente guatemalteco

En un alarde de flexibilidad horaria que haría llorar a los relojes cucú, la presidenta Claudia Sheinbaum anunció que su sacrosanta conferencia matutina —normalmente tan inmutable como los horarios de telenovela— se adelantaría 30 minutos. ¿La razón? Aparentemente, hasta los rituales de comunicación gubernamental deben plegarse cuando hay que fotografiarse con otro mandatario.

El escenario: la Base Aeronaval de Chetumal, donde el aire caribeño promete disipar el tufo a improvisación diplomática. Allí, entre saludos protocolarios y sonrisas para la galería, Sheinbaum y el presidente guatemalteco Bernardo Arévalo demostrarán que las relaciones bilaterales caben en el hueco de agenda que deja retrasar el desayuno de los periodistas.

Pero la coreografía presidencial no termina ahí. Como en esos reality shows donde los concursantes saltan de desafío en desafío, la mandataria cerrará el día con un acto en el Tren Maya —esa obra faraónica que sigue devorando presupuestos como si fuera palomitas en el cine—, donde firmará acuerdos cuyo contenido exacto todos olvidarán antes de que termine el hashtag del evento.

Entre tanto cambio de horario, uno se pregunta: ¿será esta la nueva política de jet lag institucional, donde las prioridades se miden por quién merece que los funcionarios madruguen?