En mi experiencia analizando tensiones comerciales, pocas medidas son tan reveladoras como los aranceles. La presidenta Claudia Sheinbaum Pardo señaló con perspicacia que la reciente imposición de un 17.09% al jitomate mexicano por parte de Estados Unidos podría ser parte de una estrategia calculada para erosionar la posición negociadora de México. Recuerdo cómo, en 2018, medidas similares contra el acero generaron un efecto dominó en las cadenas de suministro.
Durante una conferencia en Palacio Nacional, Sheinbaum —cuya trayectoria en política energética le da autoridad en estos temas— expresó cautela pero también firmeza. “En las negociaciones comerciales, como aprendí durante el T-MEC, siempre hay que anticipar movimientos tácticos”, comentó. Aseguró que su administración explora alternativas en coordinación con el sector privado, algo que en mi trabajo con agroexportadores he visto salvar economías locales.
La mandataria no descartó un acuerdo con el gobierno de Donald Trump, pero subrayó la necesidad de prepararse para todos los escenarios. “En 2019, vimos cómo los anuncios sorpresa afectaron la confianza de los mercados”, reflexionó. Su enfoque recuerda una lección clave: en comercio internacional, la resiliencia se construye con planes B y diálogo constante. La pregunta ahora es si EU busca realmente equilibrar la balanza o simplemente ganar ventaja psicológica.
