Un Llamado a la Memoria Colectiva y al Futuro Disruptivo
La Presidenta de México, Claudia Sheinbaum Pardo, ha lanzado una convocatoria que trasciende el mero acto conmemorativo. No se trata solo de recordar una fecha en el calendario, sino de reconfigurar la narrativa del poder y consolidar un imaginario colectivo. El epicentro de este llamado será la plaza pública por excelencia, el Zócalo de la Ciudad de México, este sábado 6 de diciembre a las 11:00 horas.
¿Qué ocurre cuando un movimiento político se autodefine como una transformación permanente? Sheinbaum, a través de un mensaje audiovisual, propone cerrar el ciclo 2025 no con un balance, sino con una reafirmación histórica. “Cerramos este 2025 con la celebración histórica de siete años de transformación“, declaró, estableciendo una línea continua entre el pasado reciente y un futuro por construir, e instando a la defensa de lo que denomina “las conquistas del pueblo”.
El escenario elegido para el mensaje inicial no es casual: frente al mural “La Historia de México“, de Diego Rivera. Aquí hay un acto de apropiación simbólica profunda. La mandataria se sitúa literalmente dentro de la narrativa pictórica de la nación, insinuando que su gobierno y el movimiento que representa son la extensión lógica, la siguiente pincelada en ese gran relato. Al defender el carácter pacífico de la Cuarta Transformación, contrasta con las revoluciones violentas del pasado, proponiendo una revolución institucional como el nuevo paradigma de cambio. “Nuestro movimiento es enorme, fuerte, transformador y eso no les gusta a los que gozaban antes de privilegios”, afirmó, dibujando una línea clara entre un antiguo régimen y la nueva hegemonía.
Al anclar el origen del proceso al 1 de diciembre de 2018 con la toma de posesión de Andrés Manuel López Obrador, Sheinbaum realiza un crucial acto de continuismo legitimador. “Somos parte de esta transformación que inició con el presidente López Obrador”, señaló, evitando una ruptura y presentándose como la guardiana de un legado en evolución. Esto desafía la convención política de marcar nuevos comienzos con cada administración, optando por una narrativa de flujo constante.
El tono final del mensaje es de combate retórico. La invitación a “defender lo logrado, la democracia y las libertades” viene acompañada de una acusación directa: “Este último tiempo hemos vivido una andanada de campañas, calumnias… todo porque somos un movimiento que hoy está en el poder y que nunca nos separamos del pueblo”. Esta frase transforma la celebración en un acto de resistencia política, un muro de contención frente a lo que percibe como una ofensiva discursiva. La plaza pública se convierte, así, en el escenario para una performance de poder popular, donde la multitud es a la vez testigo y protagonista esencial de esta etapa histórica.
Más que una fiesta, se anuncia como una ratificación en la plaza pública, un ejercicio de poder narrativo que busca cementar el presente como un hito irreversible en la historia nacional.


















