Sheinbaum declara guerra al sagrado fuero parlamentario
En un acto de insólita audacia que ha conmocionado los cimientos mismos de la República de los Intocables, la Presidenta Claudia Sheinbaum Pardo ha anunciado su intención de profanar el sacrosanto fuero parlamentario, ese divino escudo que protege a nuestra clase legisladora de las vulgares molestias judiciales que afectan a los mortales comunes.
Durante su habitual liturgia matutina este miércoles 1 de octubre en el Palacio Nacional, la mandataria reveló que en febrero presentaría esta herética iniciativa como parte de la reforma electoral, demostrando una peligrosa tendencia a tratar a los honorables legisladores como si fueran… ciudadanos.
“En la propuesta, la que por lo menos; porque yo también voy a ir con la Comisión Presidencial para decirles cuáles son algunas de mis ideas, es que se elimine el fuero de los diputados y senadores, en la propuesta que se va a presentar de reforma electoral”, declaró la hereje.
Y como si tal blasfemia fuera poca cosa, añadió con desparpajo: “En mi opinión, que la voy a hacer por escrito a la Comisión, aquí la enseñaré, es que no haya fuero. ¿Por qué tiene que haber fuero? Eso es del pasado, la Presidenta no tiene fuero, pues también los diputados y senadores no deben tener fuero“.
Ante semejante proposición revolucionaria que equipara a los elegidos con el vulgo, los periodistas presentes apenas podían creer lo que escuchaban. “¿En diciembre ya se presentaría la iniciativa?”, balbuceó uno, probablemente imaginando el escándalo que esto causaría en el Olimpo legislativo.
“No, en febrero, por ahí, el próximo año se va a presentar”, respondió Sheinbaum con la tranquilidad de quien propone quitar el agua caliente en lugar de un privilegio milenario.
La incredulidad continuó: “¿La idea es que la reforma electoral entrara para la próxima elección federal?”.
Ante lo cual la Presidenta, demostrando una fe casi ingenua en los procesos democráticos, contestó: “Tiene que decidirlo la Comisión en función de las propuestas que están recibiendo”, como si los guardianes del status quo fueran a autodestruir sus propios privilegios por puro amor a la igualdad ante la ley.
Queda por verse si esta osada cruzada contra la inmunidad parlamentaria prospera o si, como suele ocurrir con las reformas que amenazan los privilegios de casta, terminará diluida en la niebla de las comisiones, los consensos y las “viabilidades políticas”. Mientras tanto, los dioses del Capitolio mexicano probablemente ya preparan su contraofensiva para defender su derecho divino a la impunidad.