Sheinbaum defiende la Constitución en reforma judicial

En un giro que desafía la lógica convencional del poder legislativo, la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo se posiciona como guardiana del texto constitucional, tras la aprobación en el Senado de la República de una modificación que permitiría la retroactividad en la Ley de Amparo.

La mandataria no solo manifestó su desacuerdo, sino que lanzó una provocación intelectual: ¿por qué incorporar un transitorio que, en esencia, duplica lo que la Carta Magna ya establece con claridad meridiana? Sheinbaum propone un ejercicio de simplificación legal, eliminando redundancias que complican el sistema.

“Nosotros enviamos una iniciativa que no tenía este agregado que le hicieron en el Senado”, explicó, revelando una fractura entre los poderes que invita a repensar cómo se construyen las reformas legales. ¿Es esta la oportunidad para diseñar un nuevo protocolo de colaboración entre el Ejecutivo y el Legislativo?

La presidenta, reconociendo abiertamente no ser abogada, emplea sin embargo una lógica disruptiva: “Si es a partir de que se emite la ley, lo nuevo ya entra con la nueva ley, ¿para qué se pone el transitorio?”. Esta pregunta aparentemente simple desafía una cultura jurídica que a menudo privilegia la complejidad sobre la eficiencia.

En lugar de ver esta reforma como una mera actualización procedimental, Sheinbaum la enmarca en una reinvención total del sistema de justicia. Las modificaciones buscan agilizar procesos judiciales y garantizar mayor certeza en casos fiscales y financieros, transformando lo que muchos perciben como obstáculos en autopistas hacia la justicia expedita.

“Esto es muy importante porque ha habido la versión de que estamos queriendo quitar el derecho de los mexicanos a tener el amparo frente a un acto de autoridad”, aclaró, desmontando mitos mientras construye un nuevo relato sobre la protección ciudadana. La reforma no elimina derechos, sino que los reimagina para el siglo XXI.

El verdadero debate de fondo que plantea Sheinbaum trasciende esta ley específica: ¿cómo innovar en el sistema legal sin violar principios constitucionales fundamentales? Su postura sugiere que la verdadera revolución no está en añadir capas de complejidad, sino en destilar la esencia de la protección jurídica.

Al concluir, la presidenta trazó una línea en el tiempo jurídico: “Cualquier nuevo amparo, aunque sea de un juicio anterior, a partir de la aprobación de la Ley de Amparo, ya se aplica lo nuevo”. Esta perspectiva crea un puente entre el pasado legal y el futuro judicial, demostrando que la innovación no requiere romper con la tradición, sino reinterpretarla con visión de futuro.

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