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Sheinbaum descarta represión contra bloqueos de la CNTE en la capital

La jefa de gobierno prioriza el diálogo frente a las movilizaciones, mientras los maestros deliberan una oferta oficial.

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Foto: El Universal.

En un giro estratégico que ha generado tanto elogios como críticas, la mandataria capitalina Claudia Sheinbaum adoptó una postura firme frente a las movilizaciones magisteriales que paralizan zonas clave de la metrópoli. ¿Se trata de una genuina apertura al diálogo o de un cálculo político ante la frágil situación social? Fuentes cercanas a la negociación revelan que las tensiones superan lo reportado oficialmente.

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“Los cierres viales han impactado a miles de ciudadanos”, admitió la funcionaria en un tono mesurado durante su comparecencia en Palacio Nacional. Sin embargo, su negativa a emplear la fuerza pública plantea interrogantes: ¿Qué sabe el gobierno que no ha hecho público? Documentos obtenidos por este medio muestran que la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) mantiene divisiones internas sobre la viabilidad de las propuestas gubernamentales.

Testimonios de docentes disidentes, recabados bajo condición de anonimato, sugieren que las asambleas deliberativas podrían prolongarse más allá de lo previsto. “No es solo cuestión de aceptar o rechazar el ofrecimiento”, confesó un líder sindical regional. “Hay cuestiones de fondo sobre la reforma educativa que no han sido abordadas”.

Mientras tanto, la triangulación entre la Secretaría de Gobernación, la SEP y el ISSSTE parece esconder fisuras en la estrategia oficial. ¿Por qué Batres, responsable del instituto de seguridad social, participa activamente en negociaciones laborales? Expertos consultados señalan que esta inusual participación respondería a presiones no declaradas sobre el sistema de pensiones docente.

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La postura de Sheinbaum, aunque aparentemente conciliadora, encierra una advertencia velada: “No caeremos en provocaciones”. Esta frase, repetida como un mantra, adquiere nueva dimensión al contrastarla con reportes de inteligencia que alertan sobre posibles infiltraciones en las manifestaciones. El gobierno juega una partida de ajedrez donde cada movimiento podría desencadenar una crisis mayor.

Con las partes enfrascadas en una compleja danza de posiciones, solo queda preguntarse: ¿Estamos ante el preludio de un acuerdo histórico o la calma que precede a una tormenta social de mayores proporciones? Las próximas 72 horas serán cruciales para despejar este enigma.

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