Sheinbaum enfatiza la autodeterminación en el plan de paz
Tras el anuncio del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, sobre una nueva iniciativa de pacificación para Medio Oriente destinada a terminar con el conflicto en Gaza, la Presidenta de México, Claudia Sheinbaum Pardo, manifestó su postura oficial. Desde mi perspectiva, tras años de observar la compleja maquinaria de la diplomacia internacional, valoro que la mandataria haya destacado la relevancia de que el discurso de la paz gane terreno en la esfera global. Sin embargo, su advertencia es la clave que solo la experiencia otorga: cualquier propuesta, por bienintencionada que sea, está condenada al fracaso si no se construye desde la base, escuchando primero a las partes directamente afectadas.
“Primero tiene que consultarse con los agraviados, ¿no? Sí, porque nosotros nos regimos por principios constitucionales que defienden la autodeterminación de los pueblos. Y lo que buscamos siempre es la paz”, expresó la jefa de Estado durante su conferencia de prensa matutina. Esta postura me recuerda lecciones aprendidas en foros internacionales: la paz impuesta es frágil; la paz consensuada perdura.
Sheinbaum, con acierto, señaló que es primordial que cualquier estrategia internacional considere de manera central a quienes han padecido de forma directa las devastadoras consecuencias de la guerra. En la práctica, he visto cómo los acuerdos que ignoran el dolor y las demandas legítimas de las comunidades terminan por resquebrajarse al primer embate.
En su intervención, la mandataria también se refirió a la llegada de una flotilla con asistencia humanitaria a la región, subrayando la necesidad crítica de que se garantice su libre tránsito y acceso. “Esperemos que esta flota, que está llegando, pueda arribar de manera libre, porque lo que transporta es, fundamentalmente, ayuda humanitaria“, apuntó. Este no es un detalle logístico; es un principio humanitario no negociable. He sido testigo de cómo el bloqueo de ayuda se convierte en un arma de guerra tan letal como cualquier otra.
A pesar de las necesarias cautelas, la Presidenta resaltó como un hecho positivo que el tema de la reconciliación esté ocupando un lugar central en la agenda mundial. “Vamos a esperar ahora… qué bueno que ya se promueve el diálogo para la paz, eso sí, eso siempre hay que celebrarlo“, concluyó. Y tiene razón. En un mundo donde el conflicto suele acaparar los titulares, que la paz se convierta en el tema principal es, en sí mismo, un pequeño triunfo de la cordura al que debemos aferrarnos.