Sheinbaum enfrenta a un Trump que decide sin consenso técnico

En un escenario donde las reglas del juego diplomático se reinventan, la presidenta Claudia Sheinbaum libra una batalla singular contra un Donald Trump que opera como un algoritmo sin retroalimentación: decisiones unilaterales, desconexión de su gabinete y una visión transaccional que desafía los manuales de relaciones internacionales.

Ildefonso Guajardo, arquitecto de la renegociación del T-MEC, expone una cruda realidad: estamos ante un game-changer geopolítico donde el protocolo se sustituye por la imprevisibilidad. “El problema no son los equipos técnicos, sino un presidente estadounidense que desarma los acuerdos con un tuit”, señala el exsecretario, revelando cómo incluso ofertas formales como la del secretario de Comercio Howard Lutnick quedan nulificadas por caprichos presidenciales.

¿Podría esta crisis ser la oportunidad para reinventar la diplomacia comercial? Guajardo sugiere que la solución radica en tácticas disruptivas: mientras Trump juega al ajedrez con las piezas de un póker, México debe adoptar un enfoque de diplomacia fractal, abordando múltiples niveles simultáneos. La prórroga de 90 días no es tiempo, sino un campo minado donde las demandas imposibles (como eliminar regulaciones energéticas estratégicas) chocan con realidades jurídicas.

Este pulso revela una verdad incómoda: en la era de los liderazgos disruptivos, las instituciones multilaterales pierden relevancia frente a los personalismos. La pregunta no es cómo negociar con Trump, sino cómo diseñar mecanismos antifrágiles que sobrevivan a sus vaivenes. Quizás la respuesta esté en tratar estas tensiones como código abierto: transparentes, colaborativas y con múltiples forks de contingencia.