CIUDAD DE MÉXICO.- La presidenta Claudia Sheinbaum Pardo ofreció un mensaje de certidumbre a la ciudadanía al garantizar que no habrá un incremento en el precio de la gasolina para el año 2026. Desde mi experiencia observando la volatilidad de los energéticos, este tipo de anuncios requiere de una ingeniería fiscal y un diálogo sectorial complejo, que parece estar en marcha. La mandataria aseguró, además, que la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) mantendría sus niveles de recaudación, un equilibrio delicado que muchas administraciones anteriores no lograron sostener sin trasladar la presión a los consumidores.
“El combustible no va a aumentar su costo, eso lo conseguimos con un convenio voluntario con los expendedores“, explicó Sheinbaum Pardo durante su conferencia matutina de este lunes 29 de diciembre en Palacio Nacional. Resaltó la existencia de un trabajo técnico “muy detallado”, algo que, en la práctica, suele ser la diferencia entre un anuncio mediático y una política pública ejecutable. He visto cómo los acuerdos sin sustento técnico se desmoronan ante la primera presión del mercado internacional.
Los pormenores del pacto con los expendedores
La jefa del Ejecutivo recordó que con la mayoría de los comerciantes de combustible se estableció que la gasolina magna no superaría la barrera de los 24 pesos por litro. “Al incrementar el Impuesto Especial sobre Producción y Servicios (IEPS), lo correspondiente a la inflación no impacta en el precio del combustible regular. Eso se acordó con los gasolineros y se va a seguir colaborando con ellos”, comentó. Este es un punto crucial: históricamente, el IEPS ha funcionado como un estabilizador, pero su manejo es un arte. La lección aprendida es que si el diálogo con el sector se rompe, el mecanismo entero puede colapsar.
“Es falso, no va a aumentar”, insistió la titular del gobierno federal, cerrando filas ante cualquier especulación. En este oficio, he aprendido que la claridad y la repetición de un mensaje firme son antídotos necesarios contra el rumor que tanto daña la economía de las familias.
Repercusión del impuesto especial en los costos finales
Ante el señalamiento de que sería la gasolina Premium, la de mayor octanaje, la que absorbería este costo, la mandataria ofreció una visión más matizada. “No necesariamente. Es un convenio con los expendedores donde no se incrementa el precio de la gasolina magna y cada semestre se realiza una actualización”, aclaró. Esta precisión es reveladora. Muestra que la estrategia no es un simple congelamiento, sino un esquema dinámico de revisión periódica. En la vida real, más allá de la teoría económica pura, estos acuerdos de contención requieren de una vigilancia constante y una comunicación fluida para evitar distorsiones en la cadena de suministro y garantizar que las estaciones de servicio mantengan su viabilidad operativa.
