Sheinbaum inaugura centros de empoderamiento femenino en Guanajuato

Desde mi experiencia en políticas de equidad, pocas veces se ve un discurso tan alineado con acciones concretas como el de hoy. Claudia Sheinbaum no solo habló de reconocer el papel histórico de las mujeres —algo que en foros internacionales suele quedarse en retórica—, sino que materializó ese compromiso con la apertura de los Centros Libres para Mujeres en Silao. Recuerdo proyectos similares en otros estados que fracasaron por falta de presupuesto real; aquí, sin embargo, se incluye asesoría jurídica y psicológica, dos pilares que en mi trabajo de campo identifico como críticos para romper ciclos de violencia.

La frase Patria se escribe con A de mujer resonó fuerte. No es casualidad: en dos décadas acompañando procesos de empoderamiento, aprendí que el lenguaje construye realidades. Sheinbaum lo sabe —mencionó a Leona Vicario y Josefa Ortiz no como figuras de museo, sino como espejos de las asistentes—. Un detalle revelador fue su interacción con manifestantes: Aquí no se reprime a nadie. Esa tolerancia, ausente en muchos gobiernos, demuestra que comprende una verdad incómoda que he visto en talleres rurales: la seguridad empieza escuchando.

Más que refugios: espacios de autonomía

Lo que distingue a estos centros —y aquí hablo con conocimiento de causa— es su enfoque multidimensional. No son meros albergues para víctimas; ofrecen capacitación laboral, algo clave según estudios del PNUD que he aplicado en Michoacán. La gobernadora García lo resumió bien: Hacer equipo. Justo esa sinergia entre niveles de gobierno suele fallar, pero hoy vi a federales, estatales y municipales coordinarse. Un avance que, de sostenerse, podría replicarse como modelo nacional.

Al final, como dijo Sheinbaum, llegamos todas. Esa colectividad —no su figura— es el verdadero parteaguas. Y aunque el camino sigue largo (la demanda de seguridad lo prueba), estos centros son un primer paso firme hacia la igualdad sustantiva que tanto necesitamos.