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Sheinbaum propone a Trump un acuerdo histórico más allá del TLCAN

La mandataria mexicana busca un pacto integral que trascienda lo económico, incluyendo derechos de migrantes.

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En un giro audaz que redefine la diplomacia tradicional, la presidenta Claudia Sheinbaum ha lanzado una propuesta transgresora al exmandatario estadounidense Donald Trump: un macroacuerdo estratégico que integre seguridad, movilidad humana y flujos comerciales en una sola hoja de ruta. ¿Por qué seguir fragmentando lo que es indivisible? La visión holística de Sheinbaum desafía el paradigma de negociación por silos que domina las relaciones bilaterales.

Tras su intervención en la Cumbre del G7, donde emergió como voz del Sur global, la líder mexicana tejió una narrativa innovadora durante su conversación con Trump: “Las fronteras no son líneas, son tejidos sociales”. Al vincular la seguridad con el reconocimiento de los contribuyentes mexicanos en EE.UU., transformó el discurso migratorio de problema a oportunidad compartida. Trump, sorprendentemente, reconoció este valor añadido.

El plan tridimensional propuesto opera como un ecosistema: mientras Marcelo Ebrard avanza en la modernización comercial, los derechos laborales de los migrantes y la cooperación antidelincuencial se convierten en moneda de cambio recíproco. Sheinbaum aplica aquí el efecto Medici -la innovación surge en intersecciones-, mezclando dominios que normalmente se negocian por separado.

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Esta aproximación rompe con el dogma geopolítico: ¿Qué pasaría si en lugar de ver la migración como costo la viéramos como capital humano binacional? La presidenta redefine el tablero: el acuerdo general no complementa el T-MEC, lo trasciende. Como las startups que disrupten industrias enteras, su propuesta empaqueta soluciones donde otros solo ven tensiones irreconciliables.

El verdadero disruption no está en el qué, sino en el cómo: Sheinbaum convierte la disculpa de Trump por cancelar su encuentro bilateral en palanca para una diplomacia ágil. Mientras el mundo negocia con documentos, ella negocia con narrativas. ¿Será este el primer acuerdo del siglo XXI diseñado como plataforma iterativa en lugar de tratado estático?

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