CIUDAD DE MÉXICO. ¿Y si la lucha anticorrupción ha estado abordándose desde un paradigma equivocado? La presidenta Claudia Sheinbaum Pardo ha lanzado una provocación estratégica al cuestionar abiertamente la eficacia del Sistema Nacional Anticorrupción, utilizando el emblemático caso del exgobernador de Veracruz, Javier Duarte, como catalizador de un debate necesario.

Un sistema que requiere reinvención

Durante su conferencia matutina en Palacio Nacional este viernes 14 de noviembre, la mandataria no solo señaló deficiencias, sino que planteó una revisión estructural del mecanismo. “Las sanciones pasaron al Tribunal de Justicia Administrativa, pero ¿realmente estamos logrando disuadir la corrupción con este esquema?” cuestionó implícitamente al destacar la necesidad de alcanzar cero impunidad.

Sheinbaum desmontó el origen del sistema actual: “Fue un esquema concebido durante el periodo de Peña Nieto, propuesto por organizaciones de la llamada sociedad civil, que resultó en una arquitectura institucional compleja que no ha cumplido su promesa fundamental”. Su crítica apunta hacia una reinvención completa, no meros ajustes cosméticos.

Hacia un nuevo paradigma de accountability

La presidenta no se limita a identificar problemas; proyecta una visión transformadora: “Queremos que frente a la corrupción haya cero impunidad, entonces sí creo que es un buen momento para revisar todo lo que se llama el Sistema Nacional Anticorrupción“. Esta declaración representa un llamado a co-diseñar un ecosistema anticorrupción ágil, transparente y sobretodo, efectivo.

¿Podría este momento histórico convertirse en la oportunidad para implementar un modelo disruptivo que combine tecnología blockchain, participación ciudadana directa y mecanismos de rendición de cuentas en tiempo real? La disrupción del status quo anticorrupción podría convertirse en el legado transformador de esta administración.