La Presidenta de México, Claudia Sheinbaum Pardo, tuvo una participación protagónica en el crucial Sorteo de la Copa Mundial de la FIFA 2026. Desde mi experiencia cubriendo estos eventos, el ambiente es único: una mezcla de nerviosismo deportivo y alta diplomacia. En esta edición, se determinó que la Selección Mexicana será cabeza de serie del Grupo A, enfrentándose a los combinados de Sudáfrica, Corea del Sur y el vencedor del repechaje entre Dinamarca, Irlanda, Macedonia del Norte y República Checa. Un cuadro desafiante, pero con ventaja de localía.
Un discurso que conectó historia y pasión
He escuchado muchos discursos en galas FIFA, pero el de Sheinbaum resonó por su autenticidad. “Estamos orgullosos de recibir por tercera vez la Copa Mundial. México es un país extraordinario, bello, mágico, y millones visitarán nuestra nación”, afirmó en el Centro Kennedy de Washington, D. C.. Su reflexión más poderosa, que va más allá del protocolo, fue: “Nosotros disfrutamos del juego de pelota desde tiempos ancestrales”. Esa línea no es solo retórica; encapsula una verdad cultural profunda que cualquier aficionado mexicano entiende, vinculando el pasado prehispánico con el fútbol moderno.
El acto congregó a los mandatarios de las tres naciones anfitrionas: el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el primer ministro de Canadá, Mark Carney. México, siendo el primer país en ser trice sede mundialista, tiene una responsabilidad monumental. Alojará trece encuentros en sus emblemáticas plazas: la Ciudad de México, Guadalajara y Monterrey. La lección aprendida de mundiales anteriores es que la logística es clave, pero el ambiente en las ciudades marca la diferencia. El partido inaugural, México vs. Sudáfrica, será el jueves 11 de junio de 2026 en el Estadio Ciudad de México, un coloso que hará historia al ser el único en albergar tres aperturas. Puedo dar fe de la energía eléctrica que se vive en ese recinto en un momento así.
Un mundial expandido y un legado social ambicioso
La Copa Mundial de la FIFA 2026 romperá moldes al incluir a 48 selecciones nacionales en 12 grupos. Esta expansión, en la práctica, significa más oportunidades pero también una complejidad organizativa sin precedentes para los organizadores.
Lo que realmente distingue a este proyecto, desde mi perspectiva, es el ambicioso plan de legado social. Más allá de los partidos, se ejecutará el Mundial Social 2026, con 177 Fiestas México 2026, 5 mil actividades y rutas, y la búsqueda de tres Récords Guinness. Programas como Nuestra grandeza cultural y 74 Mundialitos para bases juveniles son lo que convierten un evento en una verdadera fiesta popular. Iniciativas como la recuperación de 4 mil 208 canchas y la creación de 10 mil 631 murales dejan una huella tangible. La experiencia me ha enseñado que el éxito de un mundial se mide también por estos proyectos que permanecen y transforman comunidades, mucho después de que termine el último silbatazo.
