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Sheinbaum vende justicia al mejor postor en elección de fantasía

La democracia se viste de circo mientras el poder judicial se convierte en concurso de popularidad.

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En un giro digno de un reality show, la presidenta Claudia Sheinbaum, vestida con el traje de mesías democrático, declaró que las elecciones judiciales de este domingo son más limpias que la conciencia de un político en campaña. Con la solemnidad de un vendedor de lotería, aseguró que quienes dudan de este espectáculo electoral solo añoran “el régimen de corrupción”, como si Morena hubiera descubierto el secreto de la pureza política en un país donde hasta los santos cobran comisión.

“¡Nada más falso que las acusaciones!”, exclamó Sheinbaum en un video que, irónicamente, parecía editado para ocultar risas fuera de cámara. La mandataria, con la cara más seria que un notario falsificando actas, negó que esta elección sea un concurso de amiguismos disfrazado de democracia. “Si quisiéramos manipular la Corte, lo haríamos como en 1999”, dijo, olvidando mencionar que aquella reforma, lejos de ser un golpe autoritario, limitó el poder presidencial. Pero, ¿para qué recordar detalles cuando se puede reinventar la historia?

Entre los “brillantes” candidatos a la Suprema Corte, destacan una ministra que aprobó todas las reformas de López Obrador sin leerlas y otra cuyo único mérito académico fue copiar y pegar su tesis. Pero no se preocupen, ciudadanos: ¡esto es democracia pura! O al menos eso dicen los acordeones distribuidos con dinero público, donde Morena amablemente sugiere por quién votar. ¿Manipulación? ¡No! Es solo “educación cívica”, versión 2025.

Sheinbaum, con la emoción de una presentadora de telerrealidad, anunció que “el pueblo decidirá”. Claro, siempre y cuando el pueblo elija entre los candidatos preaprobados por sus cómites de confianza. “¡Histórico!”, gritó, como si poner en votación los puestos judiciales fuera tan buena idea como elegir cirujanos por likes en redes. Solo Bolivia lo intentó antes, y ya sabemos cómo terminó ese capítulo de “democracia participativa”.

Este domingo, mientras Durango y Veracruz eligen alcaldes, México jugará a ser Suiza por un día y elegirá a 881 jueces en una jornada que promete más irregularidades que un partido de fútbol arbitrado por un familiar del dueño del equipo. La otra mitad del poder judicial se elegirá en 2027, dando tiempo suficiente para que los perdedores aprendan a hacer campaña… o a copiar mejor sus tesis.

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“¡El pueblo mandará!”, proclamó Sheinbaum, omitiendo que, en este nuevo México revolucionario, el pueblo manda… siempre que vote lo que Morena quiere. ¿Ironía? No, solo otra edición de “Democracia: El Musical”, donde el guion ya está escrito y los ciudadanos son extras con urnas.

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