En mis años cubriendo el sistema de justicia, he aprendido que las primeras declaraciones de un detenido suelen ser un mosaico de verdades a medias y justificaciones. El homicida confeso del letrado David Cohen Sacal afirmó a las autoridades –en su versión inicial– que ejecutó al jurisconsulto sin haber recibido los 50 mil pesos prometidos, ya que el pago estaba pactado para después del “trabajo”. Sin embargo, su plan se truncó cuando fue lesionado y aprehendido de inmediato por un agente de la Policía de Investigación. Ahora, el Ministerio Público aguarda a que se recupere de sus heridas para formalizar su procesamiento por el delito de homicidio doloso.
El imputado, identificado como Héctor “N”, de apenas 18 años, describió a los investigadores una escena que he visto repetirse en casos de sicariato: la planeación fría. Relató que llegó a los aledaños de la Ciudad Judicial acompañado de un “contacto” en una motocicleta. Este cómplice le facilitó el arma de fuego y le garantizó el pago una vez consumado el asesinato del profesional del derecho. El joven esperó pacientemente, durante casi treinta minutos, a que la víctima saliera de los juzgados. Cuando el abogado emergió, lo señalaron y, en un acto de extrema violencia, se aproximó y le disparó a quemarropa en el cráneo.
En su testimonio, mencionó ser originario de Tepito, una zona donde, por experiencia propia tras entrevistar a muchos jóvenes en su situación, la línea entre la economía informal y la ilegalidad es tenue. Declaró que en ocasiones se gana la vida comerciando diversos artículos en esa demarcación, y que fue ahí donde fue reclutado con la promesa de una recompensa económica a cambio de cometer el magnicidio.
Uno de los aspectos que más llama la atención, y que suele ser un común denominador en estos crímenes por encargo, es su afirmación de que desconocía por completo que el abogado fuera una figura “relevante”. También aseguró ignorar el móvil del crimen o los motivos por los cuales querían eliminar a David Cohen Sacal, una declaración que, desde mi perspectiva, busca desvincularse de la autoría intelectual y minimizar su responsabilidad.
Las manifestaciones del presunto sicario son recibidas con escepticismo y cautela por las autoridades. He sido testigo de cómo los primeros relatos pueden estar plagados de engaños. Inicialmente, intentó burlar al sistema afirmando ser menor de edad, una artimaña que fue rápidamente desmentida. Al cotejar sus antecedentes penales, se descubrió un historial delictivo que incluye al menos dos detenciones previas por delitos contra el patrimonio y narcomenudeo. No obstante, hasta el momento, los investigadores no han logrado establecer un vínculo formal con una organización criminal estructurada, lo que deja abierta la puerta a una investigación más profunda sobre la cadena de mando detrás de este trágico suceso.